Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores. Poema granadino del novecientos, dividido en varios jardines, con escenas de canto y baile está estructurada en tres actos que se sitúan en 1890, 1900 y 1910.
En el primero, se nos presenta la afición del tío al cultivo de las flores en un invernadero, así como el personaje de la tía y el ama, que, aunque siempre están discutiendo, comparten el amor por Rosita, la sobrina que se ha criado con ellos y que ya es una joven comprometida con su primo. Aprovechando una salida de Rosita, el sobrino (novio de Rosita) viene a anunciar a su tía que se marcha a Tucumán donde está su padre. A pesar de la separación, el primo le promete que volverá a casarse con ella, y ella, que lo esperará.
En el acto segundo, diez años después, el mundo ha cambiado, pero Rosita sigue en el mismo sitio, bordando su ajuar y esperando las cartas de su primo. La tía y el ama discuten sobre si Rosita debería olvidar a su prometido y casarse. La visitan (es día de su santo) las solteronas y las Ayolas, y se pone de manifiesto el desprecio que en la época despiertan las mujeres que se quedan solteras y el clasismo que existe. El acto termina con la llegada de una carta en la que el primo propone a Rosita casarse por poderes. El ama sigue mostrando su desacuerdo con esta situación.
En el acto tercero, el tío ya ha muerto y las mujeres deben abandonar el carmen del Albaicín donde vivían. El primo de Rosita ya se ha casado con otra y ella se ha quedado sola, ya mayor y engañada, después de tanto esperar. Durante este último acto van desalojando la casa y al final la abandonan para mudarse a otra vivienda. El carmen había sido hipotecado para pagar su ajuar. La obra termina con la misma metáfora que ha ido apareciendo en los tres actos de la rosa mutabile, roja cuando empieza el día, blanca a mitad de este y deshojada y marchita cuando llega la noche.
Fue la última obra que estrenó en vida. Se estrenó en el Teatro Principal Palace de Barcelona, el 12 de diciembre de 1935, aunque en un principio llegó a programarse para el día 10, pero fue aplazado para que Lorca, que estaba en Madrid, tuviera tiempo de supervisar los últimos ensayos. Intérpretes: Margarita Xirgu (Doña Rosita), Amalia Sánchez Ariño (Ama), Eloísa Vigo (la tía), Isabel Gisbert (Manola primera), Isabel Pradas (Manola segunda), Eloísa Cañizares (Manola tercera), Juana Lamoneda (Soltera primera), Teresa Pradas (Soltera segunda), Amelia de la Torre (Soltera tercera), Emilia Millán (madre de las solteras), Eloísa Cañizares (Ayola primera), Antonia Calderón (Ayola segunda), Alejandro Maximino (el tío), Pedro López Lagar (el sobrino), Alberto Contreras (catedrático de Economía), José Cañizares (don Martín), José Jordá (el muchacho) y Daniel Planas y C. Rivas Cherif (dos obreros) . Director: Cipriano Rivas Cherif.
Lorca cuidó la puesta en escena, desde la música hasta el mobiliario, que él eligió en el anticuario de Conrado Verdaguer, en la calle de la Paja. La partitura, escrita por el poeta, presentaba las ensoñaciones de Doña Rosita a ritmo de vals, subrayando la atmósfera irreal y de ilusión. Los decorados y figurines son de Manuel Fontanals. El vestuario, de Marbel.
Doña Rosita deja asombrado al público que abarrota el teatro Principal Palace de Barcelona. La crítica teatral María Luz Morales comenta que era asombroso cómo el poeta conseguía la risa y el llanto del público a la vez. A Lorca le sorprenderá su oponión y la buscará para conocerla y agradecérsela. También Eduardo Haro hace una reseña en La Libertad, donde dice que la obra de Federico demuestra que en España se puede hacer buen teatro. Lorca comenta entre los periodistas que iba a mandar copias de prensa a Granada para que las autoridades se dieran cuenta quién era fuera, lo que da a entender que no se sentía muy querido, sobre todo, por los que gobernaban la ciudad en aquel momento. En enero de 1936, la obra ya se había representado 47 veces en capital catalana. También se representó esa primavera en México, adonde el poeta tenía pensado viajar para reunirse con Margarita Xirgu.
No llegó a representarse en Madrid. Estaba proyectada para septiembre, cuando Margarita Xirgu volviera de México. El poeta fue asesinado ese verano.
El 16 de mayo de 1980, bajo la dirección del argentino Jorge Lavelli, se representa por primera en Granada una obra de Lorca por una compañía profesional después de ser fusilado el poeta. Doña Rosita la soltera permanecía además inédita en los escenarios granadinos y era la única de las grandes piezas dramáticas lorquianas que hasta este año no había vuelto a interpretarse en España desde 1939. La representación, en el teatro Isabel la Católica de Granada, fue calificada como un verdadero acontecimiento teatral por la prensa local y días antes se habían agotado todas las entradas.
El poeta sitúa la obra en Granada, es más, la subtitula Poema granadino del novecientos… En concreto, la historia se cuenta desde un carmen del Albaicín, vivienda ideal para el poeta en Granada. Evoca en ella la Alhambra, la Puerta de Elvira, con sus manolas, «…las que se van a la Alhambra, / las tres y las cuatro solas…». Es una crítica al vulgar, cursi y hermético ambiente de la pequeña burguesía granadina de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Es, estéticamente, una visión romántica de la ciudad. Es una reflexión sobre la ciudad del pasado, de su infancia y, sobre todo, de la intrahistoria de su familia. Esta obra refleja como ninguna otra la compleja relación del poeta con Granada.
El nudo sentimental de Doña Rosita pertenece a una vivencia amorosa protagonizada por una prima del autor, Clotilde García Picossi. Esta mujer se identificó con el personaje, desvelando su secreto con el tiempo: su novio, primo hermano, se le fue al argentino Tucumán y allí se casó con otra; ella lo esperó durante mucho tiempo.
Federico estuvo siempre muy unido a su prima Clotilde que pasaba gran parte del año en su Huerta del Tamarit, cercana a la Huerta de San Vicente, en la vega de Granada, residencia veraniega de la familia García Lorca. También se han querido ver en esta historia recogidos los recuerdos de los tiempos de su madre, o de otras mujeres solteras conocidas de él, como su amiga Emilia Llanos.
En Doña Rosita existen otros personajes surgidos de la realidad que aparecen incluso con sus propios nombres, como son el Ama, que refleja en su forma de hablar y de actuar a una de las criadas de la familia, Dolores Cuesta, La Colorina. Su forma de expresarse recuerda a Asquerosa, representa la vida natural frente al mundo de las apariencias tan importantes en ese momento. El profesor Don Martín está basado en su maestro del Colegio Sagrado Corazón en Granada, Martín Scheroff; el Señor X es Ramón Guixé y Mexía; el profesor Consuegra también tiene su correlato en la realidad. Fueron reales los personajes de las manolas y las ayolas. Las tres “manolas”, además de ser las de la copla popular, eran tres muchachas inseparables que vivían en la cuesta de Gomérez. El Padre Ayala también existió, era fotógrafo realmente de Su Majestad el Rey, igual que existieron los Ponce de León y los Pérez de Herrasti.
El “lenguaje de las flores” procede, según Francisco García Lorca, de las guías ilustradas sobre el tema, muy populares en aquel momento y que aparecían junto al “lenguaje de los sellos”, el “lenguaje de los abanicos”, etcétera. “Con Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores”, declaró Federico, “he querido realizar un poema de mi infancia en Granada, en el cual salen criaturas y ambientes que yo he conocido y sentido”.
Margarita Xirgu, la actriz protagonista de la obra, recibió diariamente tras el estreno, un ramo de flores, sin tarjeta ni remitente. Era el obsequio de las floristas de las Ramblas. La actriz y el autor, ante aquel gesto de delicadeza y simpatía, dedicaron una función extraordinaria a aquellas mujeres de «…risa franca y manos mojadas, donde tiembla de cuando en cuando el diminuto rubí causado por la espina» y Lorca les dedicó unas palabras de homenaje.
En 1924 José Moreno Villa le descubrió al poeta un libro de botánica del siglo XIX (aunque Lorca diría en algún sitio del XVIII) en el que se describía la rosa mutabile. Una rosa singular que al abrirse es roja, intensifica su color en plena eclosión y va empalideciendo cuando empieza a marchitarse, hasta volverse blanca.
Por Lorca sabemos que, cuando Moreno Villa le acabó de contar «…el cuento maravilloso de la rosa», ya tenía hecha su comedia. «Se me apareció», dice, «terminada, única, imposible de reformar”. Sin embargo, no la escribiría hasta diez años después, aunque hay bastantes textos que la anticipan a lo largo de estos años.
El argumento lorquiano surgió de la imagen de los tres tiempos de la vida efímera de la rosa. El poeta vio en la historia de la rosa mutabile, como él la llamó, el oscuro drama de la soltería de las muchachas españolas sacrificadas por el medio social y condenadas a una virginidad estúpida.
No hay huellas del manuscrito original. Las ediciones modernas más importantes serán las de Guillermo de Torre, en Losada, en 1938 (que sigue una copia de actor de la compañía de Margarita Xirgu), la de Arturo del Hoyo en Aguilar, en 1954, y la de Luis Martínez Caritiño en Espasa-Calpe, en la colección Austral, en 1992.