En 1919, con una carta de recomendación de Fernando de los Ríos en un bolsillo para Juan Ramón Jiménez y otra para Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia de Estudiantes, Federico García Lorca dio el salto a Madrid: “Muy querido poeta: Ahí va ese muchacho de anhelos románticos: recíbalo usted con amor, que lo merece; es uno de los jóvenes en que hemos puesto más vivas esperanzas”. A Federico, Juan Ramón Jiménez le pareció “un hombre muy neurasténico y entretenido”. El anfitrión, pasado el tiempo, recordó la escena así: “Se sentó pálido, chato, lleno de lunares, en mi sofá y hablamos de todo y de todos. Él miraba estático, con algo, mucho de luna realista, ´un niño sin pies´. Muchacho de luna, mate y un poco frío”.
El objetivo de Lorca era la Residencia de Estudiantes: necesitaba que lo admitieran para que su padre lo dejara trasladarse a Madrid. Como Jiménez Fraud recordaría años más tarde, Lorca le causó una fuerte impresión por su apariencia y su carácter. Le garantizó una plaza para el 1 de octubre de 1919.
No todo fueron facilidades para Lorca en la Residencia de Estudiantes. José Moreno Villa recuerda las trabas que su homosexualidad levantó entre algunos compañeros.
Entre 1919 y 1926, Federico conoció como residente a muchos de los más importantes escritores e intelectuales del país y, en particular, a los creadores que más influyeron en él: Luis Buñuel, Rafael Alberti y Salvador Dalí. Además, pasaron por allí numerosos conferenciantes, ente ellos Paul Claudel, Valéry, Max Jacob, Le Corbusier, Chesterton o Wanda Landowska. No todo fueron facilidades. José Moreno Villa recuerda las trabas que su homosexualidad levantó entre algunos compañeros.
En 1921 publicó su segunda obra, Libro de poemas, una colección de 67 composiciones escritas en la adolescencia o juventud que tratan sobre la pérdida del paraíso infantil, la crisis o el desencanto. Son la expresión poética de la desilusión. La edición también la pagó su padre. Los poemas están llenos de referencias a los paisajes de su adolescencia: “Mi corazón reposa junto a la fuente fría” (poema Sueño, 1919).
En los años iniciales en Madrid compuso los poemas de Canciones, que no se publicaron hasta 1927. En estos textos son más manifiestos el juego y el humor propios de la vanguardia que conoció en la Residencia de Estudiantes. Las estancias en Madrid las simultaneó con largas permanencias en Granada, donde aún cursaba Derecho y frecuentaba a sus amigos.