Aladrén Perojo, Emilio

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Escultor español conocido no tanto por su obra como por la relación sentimental que mantuvo con Federico García Lorca durante 1927 y 1928, aunque ya se conocían al menos en 1925. Su padre fue un militar zaragozano, Ángel Aladrén Guedes, y su madre, una austriaca nacida en Viena, Carmen Perojo Tomachevski, de madre rusa. Había ingresado en la Escuela de Bellas Artes en 1922. Allí coincidió con Dalí y con Maruja Mallo, con la que mantuvo también una relación sentimental. Participó en exposiciones y certámenes artísticos y obtuvo una medalla en el Concurso Nacional de Bellas Artes de 1934. Durante la dictadura obtuvo algunos éxitos realizando bustos de personajes relevantes del Régimen.

Su amante Maruja Mallo escribió: «Emilio era un lindo chico, muy guapo, muy guapo, como un efebo griego. Era un festejante mío (como dicen en Argentina) y Federico me lo quitó […]»

Físicamente era atractivo, con una belleza exótica, y atlético. En cuanto a su forma de ser era un rebelde que no despertaba demasiadas simpatías en su entorno, aficionado a las fiestas y a la bebida. Muchos testimonios de la época sostienen que no era homosexual. La propia Maruja Mallo, de quien fue amante, lo describe así: “Emilio era un lindo chico, muy guapo, muy guapo, como un efebo griego. Era un festejante mío (como dicen en Argentina) y Federico me lo quitó, entre otras cosas porque tenía un temperamento ruso y le decía tantas cosas que, claro, Emilio se enardeció y se fue con él”. Ian Gibson acumula varios testimonios sobre su heterosexualidad. De la correspondencia entre Lorca y Aladrén apenas han sobrevivido algunas cartas o tarjetas. Aladrén quería a toda costa triunfar como escultor y estaba dispuesto a pegarse a cualquiera que pudiera ayudarle. Entre ellos Lorca, aunque no fue el único.

La primera carta que se conserva de Aladrén al poeta es de 1925: “¡No sabes cómo quisiera verte! ¡Escríbeme, escríbeme todos los días!”, reclama.

Emilio Aladrén y Federico García Lorca.
Emilio Aladrén y Federico García Lorca.

En 1928 Emilio modeló una cabeza de Lorca en escayola, seguramente para que sirviera como carta de presentación ante los amigos del poeta vinculados con la Residencia, como Dalí o Buñuel. Federico hizo lo posible por promocionar a su amigo y hablaba de él como uno de los mejores escultores españoles. Intentó por medio de Rivas Cherif que se reprodujera la escultura en ABC, aunque el director teatral no se prestó a ello. Lo único que consiguió es que aquel verano saliera una fotografía de la escultura en El Defensor de Granada, acompañando una reseña de Romancero gitano.

Se conocen solo tres cartas del escultor a Lorca. De éste a aquel no se ha conservado ninguna. Sí se conservan algunas misivas, como las dirigidas a Jorge Zalamea, donde Federico habla supuestamente de su relación con Aladrén. Por estas cartas sabemos de la profunda crisis que sufrió durante el verano de 1928 debido, entre otras cosas, al distanciamiento que estaba empezando a vivir con el escultor, enamorado de la inglesa Eleanor Dove. Seguramente fue esta una de las razones que lo llevaron a huir a Nueva York en junio de 1929. En algunas composiciones del poeta, como Fábula y rueda de los tres amigos, se dice que aparece el trasunto del escultor o de su novia Eleanor, a la que todos llamaban Elena.

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