Madre de los hermanos Rosales Camacho, algunos de los cuales intentaron salvar la vida de Federico García Lorca en el trágico verano de 1936. Estaba casada con Miguel Rosales Vallecillos, un conocido comerciante de Granada que regentaba La Esperanza, situada en la Plaza Bib-Rambla. Tuvieron ocho hijos: Miguel (1904-1976), Esperanza (1906-1998), Antonio (1908-1958), Luis (1910-1998), José (1911-1992), Carlos (1912-1914), Gerardo (1915-1968) y María (1916-2005).
Fue Esperanza Camacho Corona la que abrió la puerta cuando se presentó ante ella Ramón Ruiz Alonso y sus acompañantes la tarde del 16 de agosto de 1936 con intención de detener a Federico.
Mientras el padre, según el propio Luis Rosales, tenía una ideología más liberal, “conservador liberal” dice él, la madre apoyaba más la militancia de sus hijos en la Falange. Pertenecía a una familia de ascendencia madrileña muy conservadora, entre cuyos miembros se encontraba el que fuera Subdirector General del Tesoro, el poeta Antonio Corona Camacho. La calle Angulo 1, en la que se refugió Federico García Lorca antes de ser detenido, era la casa familiar, donde vivían los Rosales en 1936.
Según los testimonios recabados por Eduardo Molina Fajardo en Los últimos días de García Lorca, fue Esperanza Camacho Corona la que abrió la puerta cuando se presentó ante ella Ramón Ruiz Alonso y sus acompañantes la tarde del 16 de agosto de 1936 con intención de detenerlo. A ella dedicó Luis Rosales su elegía El contenido del corazón, publicada en 1969, un libro de poemas en prosa que contiene pasajes biográficos de gran intensidad: “Yo había querido siempre a mi padre más que a ella. Y un día recuerdo que me lo dijo en aquel cuarto [de costura] sin más palabras que las justas. Después siguió cosiendo. Después todo cambió”. El volumen contiene sucesivos retratos de la madre: “Era pequeña como un dije, y vestía siempre de la misma manera, vestía como rezando, igual que un labio sacristán tropieza y tropieza con la misma palabra”, escribió su hijo Luis.
La última etapa de la vida de Esperanza estuvo transida por los desgarros causados por la Guerra Civil. Una enfermedad renal, unida a las penalidades vividas durante la contienda civil, consumieron sus fuerzas. Redactó su testamento en el verano de 1939 y falleció de una dolencia cardíaca el 17 de enero de 1941, a los 65 años. Unos días más tarde murió su marido, Miguel Rosales Vallecillos quien “tras permanecer cinco noches sin dormir, sentado en una butaca, pidió a sus hijos que le prepararan el dormitorio matrimonial donde había velado el cadáver de su esposa. No llegó a despertarse, murió a las dos de la madrugada”, escribe su nieto José Carlos Rosales. Antes le pidió a su hijo Luis que escribiera un libro sobre su madre.
En el prólogo de El contenido del corazón (1969) Luis Rosales anotó: “Este libro fue el cumplimiento de una promesa. Pido perdón, a quien debo pedirlo, por haber retrasado tanto su cumplimiento”.