Pintor español reconocido por sus cuadros costumbristas y sus retratos de un característico estilo sombrío heredado de Ribera y Goya. Pertenece a una saga de artistas de raíz artesana. Su padre, Plácido Zuloaga, se dedica al damasquinado, y su tío Daniel fue un importante ceramista. Vive la mayor parte de su vida en París, aunque reside temporalmente en Segovia, Zumaya (Guipúzcoa) y Madrid. Estuvo vinculado a Granada y García Lorca por su relación con Manuel de Falla y su entusiasta contribución al Concurso de Cante Jondo que se celebró en 1922 en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra. Federico lo nombró “papa” del certamen.
El 13 de enero de 1922, Falla pide a Zuloaga que “apadrine” el Concurso de Cante Jondo para conseguir alguna ayuda del Ayuntamiento de Granada. También le sugiere que dirija todos los trabajos relacionados con la decoración del escenario.
En 1910, probablemente en París, conoce al compositor Manuel de Falla con quien mantiene una estrecha y singular relación artística y amistosa. Falla le había solicitado ayuda para su ópera La vida breve, un drama lírico en dos actos estrenado en 1913 en el Casino Municipal de Niza. Prueba de la intensidad de la relación entre el músico gaditano y el pintor es el epistolario, que supera las doscientas cartas.
Manuel de Falla, que se había establecido en Granada en 1920, ciudad donde permanece hasta que se marcha voluntariamente al exilio en 1939, fue el intermediario entre Zuloaga y Federico García Lorca.
En 1921 Falla decide organizar en Granada el Concurso de Cante Jondo para rescatar el “cante primitivo andaluz” junto con una amplia nómina de artistas y creadores que aceptaron la invitación y respaldaron el certamen.
El 13 de enero de 1922 el compositor pide a Zuloaga que “apadrine” el certamen para conseguir alguna ayuda del Ayuntamiento de Granada. También le sugiere que dirija todos los trabajos relacionados con la decoración del escenario que, hasta una semana antes, iba a ser la plaza de San Nicolás del Albaicín. Zuloaga acepta encantado con un telegrama efusivo: “Siempre fino entusiasta de cante y toque jondo, chanelo y endiquelo basta con ello y me creo de los pocos cabales que quedan”.
El telegrama fue respondido por Federico García Lorca el 24 de enero en una carta que suscribieron también Falla, Fernando Vílchez, Fernando de los Ríos y el guitarrista Manuel Jofré, entre otros entusiastas preparadores del certamen: “Maestro: su épico telegrama de usted, lleno de jocundidad ha alborozado lo más íntimo de nuestro garlochi. Todos sabemos que siempre ha sido usted uno de los cabales, porque su pintura nos lo decía; pero ahora, después de los términos de su adhesión tenemos la satisfacción de haber hallado nuestro papa”. El pintor además ofreció un premio de mil pesetas para la mejor seguiriya gitana.
Zuloaga, desde su estudio de París, diseñó el escenario que finalmente fue montado en la Plaza de los Aljibes los días 13 y 14 de junio de 1922. En los meses anteriores al certamen el pintor redondeó su ofrecimiento proponiendo una exposición antológica de su obra que fue inaugurada en las semanas previas a la cita flamenca.
El pintor no es ajeno a la controversia que originó el concurso entre quienes consideraban que era una “españolada” y quienes defendían la idea de Falla de que era una oportunidad para depurar los cantes primitivos y reencontrar su esencia. Zuloaga no duda en unirse al grupo de Joaquín Turina, Federico Mompou, Roberto Gerhard, Felipe Pedrell, Adolfo Salazar, Santiago Rusiñol, y los escritores Antonio y Manuel Machado, Enrique Díez-Canedo, Edgar Neville, García Lorca o Ramón Pérez de Ayala, que salieron en defensa de la iniciativa de Falla.
En 1928 Falla pide de nuevo colaboración a su amigo para otro montaje de El Retablo de Maese Pedro que se estrenó en el Théatre National de l´Opéra-Comique de París, en 1928.
Durante la guerra apoyó a los sublevados a los que dirigió aclamaciones enfáticas: “Gracias a Dios, y a Franco, ¡al fin se ganó la guerra y terminó!”.
Murió en su estudio de Madrid en 1945.