Se fue sustituyendo cada día
Para ser siempre el mismo. No
Compartió la vida que su vida
Adosaron: era tan junto
Como la madera del cedro
De los Mártires, tan recóndito
Y caro como el agua
Que derrocha en el Darro sus cuchillos.
Paraíso cerrado
para muchos, su palabra se abría
Igual que se abre un pozo
En mitad de una hoguera. Quiso
Ennoblecer una cultura
Con otra más dramática, una historia
Con sus vislumbres de mitología,
La voz de un pueblo con la suya.
Su libertad tenía el color de la sangre.
Ávidamente amó lo que más pudo,
También sobrevivió a sus asesinos.