El año 1920, Federico García Lorca tuvo su lado oscuro. El 22 de marzo es quizá el único día negro en su vida literaria. El estreno en el Teatro Eslava de Madrid, dentro del ciclo de Teatro del Arte, producido por el dramaturgo y empresario Gregorio Martínez Sierra, de la fábula escenificada El maleficio de la mariposa, escrita a toda prisa unos meses antes a partir de una composición extraviada que iba a formar parte del Libro de poemas, fue un desastre. La previsible protesta del público llegó al extremo de que, a la salida del teatro, según José Mora Guarnido, hubo intercambios de golpes entre los detractores y los amigos que Federico había reclutado entre los rinconcillistas que vivían en Madrid y los compañeros de la Residencia de Estudiantes.
El argumento era muy simple: En una comunidad de cucarachas conviven varios insectos de distinto carácter y sensibilidad. Uno de ellos, Curianito, sufre el desprecio de los restantes miembros del grupo a causa de su vocación por la poesía. Un día aterriza en la comunidad una Mariposa moribunda con un ala rota. La inesperada llegada provocará una gran conmoción. Curianito acabará enamorado perdido de la nueva inquilina que, sin embargo, no podrá corresponderle debido a su mal estado.
Aunque al manuscrito le falta el calamitoso desenlace, se puede intuir: La Mariposa muere y Curianito se suicida. En la aparente nimiedad del argumento Lorca escondió todas sus angustias amorosas de adolescente: las dudas sobre sus impulsos eróticos, sus miedos y las lagunas metafísicas que lo agobiaban.
La función solo estuvo en cartel cuatro días y luego pasó al olvido. Sin embargo, como le dijeron sus amigos ante su intención de suspender el estreno, incluso el fracaso le reportaría beneficios, el principal “la jerarquía consagratoria del autor en un teatro tan importante como el Eslava”.
El maleficio de la mariposa le supuso a Lorca conocer a Martínez Sierra, el más importante productor teatral, y a la actriz Catalina Bárcena que, junto a Margarita Xirgu y María Guerrero, compusieron el trío más importante de la primera parte del teatro español del siglo XX. Y sobre todo a Encarnación López Júlvez, La Argentinita, con quien mantuvo una estrecha amistad y con quien grabaría en 1931 los cincos discos originales del ciclo Canciones populares españolas y, dos años después, estrenaría La romería de los cornudos, un ballet con música de Gustavo Pittaluga, basado en un argumento verbal de Lorca.