El proyecto más importante que Federico García Lorca emprendió con Manuel de Falla y otros amigos de El Rinconcillo, como Miguel Cerón o Fernando Vílchez, propietario del Carmen de Alonso Cano donde solían debatir estas cuestiones, fue el primer Concurso de Cante Jondo, celebrado los días 13 y 14 de junio de 1922 en la Plaza de los Aljibes de Alhambra y que constituyó un hito internacional en la historia del folclore popular andaluz. El origen fue la preocupación del compositor gaditano por la probable extinción del primitivo cante jondo, el cante de los “sonidos negros”, como lo bautizó Manuel Torre, Niño de Jerez, que, debido a la imposibilidad de ser transcrito en partitura y a los escasos medios de grabación, sobrevivía en la memoria y la voz de unos pocos aficionados dispersos por Andalucía y, por tanto, estaba amenazado por el desdén y la moda imparable del “flamenquismo”, el cuplé y la música de los cafés cantante.
Los “iniciadores de la idea”, como lo hacían a título individual, delegaron en el Centro Artístico de Granada para que solicitara al Ayuntamiento de Granada una ayuda “de al menos 12.000 pesetas” para cubrir los gastos. El último día de 1921 registraron la solicitud, a la que Federico se adhirió, con la advertencia de que, de no poner remedio, “al cabo de pocos años no habrá quien cante y el cante jondo morirá”.
Falla consideraba que el concurso se debía centrar en los “cantes puros”, como soleares gitanas, polos y cañas. La iniciativa, con Falla como principal propagandista, tuvo una extraordinaria acogida, aunque tampoco escapó a las controversias localistas.
García Lorca, muy entusiasta, pronunció, en los actos previos, la conferencia El Cante jondo. Cante primitivo andaluz en el Centro Artístico en febrero de 1922. No fue su única contribución literaria. El 7 de junio, en un acto previo en el teatrillo del Alhambra Palace, anticipó algunas de las 55 composiciones del Poema del cante jondo que, sin embargo, no se publicaría hasta 1931. Ese mismo año pronunció la conferencia Arquitectura del cante jondo, en la que defiende y amplía las tesis de Falla sobre el origen de esta antiquísima expresión popular. Dos años después completó sus escritos sobre flamenco con la conferencia Juego y teoría del duende, pronunciada en 1933 en Argentina y Cuba, en la que vuelve a los “sonidos negros” de Manuel Torre.