La música es en sí apasionamiento y vaguedad.
Con las palabras se dicen cosas humanas; con la música se expresa eso que nadie conoce ni lo puede definir, pero que en todos existe en mayor o menor fuerza. La música es el arte por naturaleza. Podría decirse que es el campo eterno de las ideas…
Para poder hablar de ella, se necesita una gran preparación espiritual y, sobre todo, estar unido íntimamente a sus secretos. Nadie, con palabras, dirá una pasión desgarradora como habló Beethoven en su Sonata apassionata; jamás veremos las almas de mujeres que Chopin nos contó en sus Nocturnos…
Para sentirla, es necesario poseer imaginación loca y nerviosa, y casi se puede afirmar que, una vez vencido el formidable dragón de su técnica, el que tiene dentro la fantasía y la pasión habla con ella inconscientemente (…).
Hay ideas en los hombres tan grandiosas que no admiten el molde del compás; y si lo varían y rompen con amor, con fuego, tal y como lo sienten, si con aquello han expresado un raro pensamiento, se debe dar por bien hecho; y si nosotros lo sentimos en su dolor, hemos de afirmar su enorme expresión y, por lo tanto, lo enormemente artístico que es…
Y también hay que pensar que en la música, donde tanto se expresa el dolor que este salta por encima de todas las cosas y producirá alteraciones inarmónicas y armónicas raras… Pero ¿qué cosa más desquiciada que el dolor?