La Campana de la Vela: Cuando sueño tan triste y muriente es porque lloro algo que se fue para siempre… Mi amada la ciudad fue cantada por un hombre tan enamorado de ella que llegué a tener celos de él… pero cuando se fue de la tierra su espíritu pasó por aquí, me dejó en mi alma de hierro su corazón… Yo soy el corazón del poeta y mis sonidos son sus latidos. Por eso, cuando sueno tan desolada y melancólica en las noches granadinas, es porque lloro la voz del que suspiró mi amada… Encima de la Alhambra hubo una gran oscilación dorada. Los árboles del bosque se pararon y los naranjos dejaron caer sus frutas de seda… Las luces de las callejas del Albayzín se apagaron y el río Darro, haciendo un arpegio, se puso a cantar en tono menor… La vibración eléctrica se acentuó y una voz olorosa, pasional y trágica habló…
La Voz: Yo floto aquí sobre este palacio de pesadilla… porque formo parte de él; yo no puedo retirarme de esta ciudad porque soy ella misma (…).
El Darro: ¿Quién habló? Mis entrañadas de oro han temblado esta noche de misterios. ¿Qué voz turbó mis tocatas? ¿Quién eres que hablas así tan apasionadamente?
La Voz de Ganivet: (con sonido de rosa marchita): Mientes, mientes; el enamorado de Granada fui yo y mi espíritu inquieto y atormentado está escondido para verla mejor en las heridas de la vega.