A pesar del abrupto final y de que después del primer Concurso de Cante Jondo no hubiera segundo ni escuelas de cante, el certamen es parte indiscutible de la historia del cante jondo que, desde entonces, tiene el reconocimiento absoluto de la cultura mundial.
Andrés Soria, en el prefacio al libro de Molina Fajardo editado por la Universidad de Granada, ensalza la colaboración de Federico García Lorca en varios frentes: Dejó una conferencia de valor extraordinario; escribió un libro memorable, el Poema del cante jondo; participó estrechamente en el concurso buscando cantaores, y el cante jondo llenó en mayor o menor medida su poesía y su teatro. Ricardo Molina y Antonio Mairena, en su estudio Mundo y formas del cante flamenco, dicen: “Puede afirmarse sin temor al yerro, que ni antes ni después de él hubo poeta que más profundamente haya captado el mundo y el espíritu de lo flamenco”. El escritor y flamencólogo Félix Grande, por su lado, sostiene que Lorca no “sufrió confusiones al celebrar lo esencial del flamenco. Federico padeció ciertas confusiones que prueban poca frecuentación del mundo flamenco, mucha improvisación y abundante candor en la acumulación de datos, y ello al lado de un indudable olfato musical, poético y dramático para conocer lo esencial”.
La conferencia de febrero de 1922 en el Centro Artístico la acabó así: “No dejen morir la apreciable joya viva de la raza, el inmenso terroso milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía y mediten bajo la noche de Granada la trascendencia patriótica del proyecto que unos artistas españoles presentamos”.