Es una zona en pendiente, declarada lugar de Memoria, donde fueron fusilados y enterrados en fosas comunes cientos de víctimas de la represión franquista.
El Barranco de Víznar es un borde en pendiente de unos 10.000 metros cuadrados de superficie que desciende sobre una curva cerrada y umbría de la carretera entre Alfacar y Víznar, declarada Lugar de Memoria. Es una zona cubierta por pinares espesos de repoblación, lo que permitió encubrir las tumbas tras las ejecuciones en masa cometidas a partir de julio de 1936 por pelotones formados por guardias de asalto y voluntarios de las Escuadras Negras.
El barranco está repleto de fosas comunes de todos los tamaños de las cuales han sido identificadas cinco. Allí fueron sepultadas tras una descarga rutinaria miles de personas por sus simpatías con la República como parte de la feroz represión que siguió a la sublevación.
Los primeros asesinatos en la zona se cometieron en Puerto Lobo; luego en el borde la carretera que conduce hasta Alfacar y a partir de septiembre de 1936 en los senderos del Barranco.
El Barranco de Víznar fue, junto con las tapias del cementerio de Granada, el lugar donde cayeron abatidos a tiros más simpatizantes de izquierdas.
Los pozos naturales, en realidad hoyos excavados por las escorrentías que vierten desde el Parque Natural de Huétor, se suceden prácticamente desde el borde de la carretera y continúan, según se asciende, al menos 500 metros. Es un inmenso cementerio civil.
La dificultad para acceder a la zona de enterramiento animó al Ayuntamiento de Víznar a abrir un sendero de tierra pavimentado que, tras un suave rodeo, conduce hasta la fosa principal alrededor de la cual existe una galería de piedra que los herederos de los fusilados y las asociaciones de memoria histórica han llenado de pequeñas placas metálicas con el nombre y las circunstancias de los asesinados.
Entre los muertos allí se cuenta el rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila, que, tras ganar el rectorado en abril de 1936 a su rival académico, Antonio Marín Ocete, fue depuesto por los militares y sustituido por su competidor en las elecciones. Vila, arabista de 32 años, fue detenido en Salamanca, la ciudad donde le sorprendió la sublevación, traído a Granada y fusilado el 22 de octubre de 1936. Su mujer, Gerda Leimdörfer, hija del redactor jefe del principal periódico judío de Berlín, el Berliner Zeitung am Mittag, se salvó gracias a la mediación de Manuel de Falla que logró el perdón a cambio de su conversión al catolicismo.
En la fosa principal hay un sencillo monolito de piedra con la leyenda “Lorca somos todos. 18-08-2002”. La fosa suele estar llena de flores durante todo el año y con mensajes que reproducen cartas o poemas. El 19 de agosto acoge una velada poética, que comenzó a celebrarse clandestinamente durante los últimos años de la dictadura, que comienza a medianoche y se extiende hasta la madrugada. Fue la primera conmemoración a cielo abierto del asesinato de Lorca y de los miles de represaliados tras la victoria del franquismo.
El Barranco fue, junto con las tapias del cementerio de Granada, el lugar donde cayeron abatidos a tiros más simpatizantes de izquierdas. Los fusilamientos en Víznar llegaron hasta Puerto Lobo, donde hay constancia de la existencia de varias fosas, aunque los arqueólogos no han encontrado en ellas restos humanos.
La represión, según los historiadores, siguió un plan premeditado de eliminación sistemática de las fuerzas políticas y sindicales republicanas. Tras los primeros asesinatos descontrolados de agosto de 1936, la represión se organizó y se centró en los cabecillas y participantes en las huelgas habidas en el periodo republicano. Las ejecuciones en Víznar no se terminaron con la guerra y continuaron años después.
El 19 de agosto acoge una velada poética, que comenzó a celebrarse clandestinamente durante los últimos años de la dictadura, que comienza a medianoche y se extiende hasta la madrugada.
El 28 de junio de 2013, el Ayuntamiento de Víznar y la Dirección General de Memoria Democrática iniciaron una serie de prospecciones arqueológicas para localizar, señalar y dignificar los enterramientos comunes del Barranco. En total fueron excavados once posibles tumbas. Los arqueólogos encontraron munición y restos humanos en cinco de ellas. Los hallazgos, sin embargo, no fueron cuantificados públicamente. La Junta presentó una denuncia por crímenes de lesa humanidad para que el juez se diera por enterado y si lo estimaba conveniente investigara lo que denominó “una muestra de violencia generada por un poder público de forma sistemática”.
Con posterioridad, en 2014, la búsqueda de fosas se amplió a otros 40.00 metros cuadrados por la zona de Puerto Lobo donde los arqueólogos no encontraron restos humanos.
El hispanista francés Claude Couffon es el único investigador que mantuvo hasta su muerte, acaecida en 2013, que Federico García Lorca fue asesinado y enterrado en el Barranco de Víznar. Couffon fue uno de los primeros investigadores en vencer el miedo a las represalias del nuevo Régimen y subir al Barranco de Víznar en busca de evidencias de los asesinatos. Fue en el año 1948. “A mis 22 años era bastante atrevido. Nadie quería hablar en Granada de lo que había sucedido. Era peligroso hacer preguntas y era imposible entrar en Víznar”, recordó en su última visita a Granada en 2011.
Couffon volvió a Granada en 1949 y estableció nuevos contactos para continuar su investigación. “Tuve acceso a las personas adecuadas. Para mí la investigación quedó cerrada. Una vez publiqué mis primeras conclusiones, empezaron a hacerse centenares de especulaciones. Todo el mundo escribió una versión distinta. Hubo muchos mitos y muchas mentiras”.
A pesar de las evidencias testimoniales aportadas por otros investigadores, Couffon siempre defendió que Lorca estaba en el Barranco. “Al principio las fosas eran poco profundas. Yo pude verlas, e incluso tocarlas. Había unas 20. Federico no estaba en la fosa central. Estaba en una más pequeña, posiblemente en aquella zona. Era fácil reconocerlas. Era un lugar escarpado, todo roca, sin un árbol. Hoy está lleno de pinos ¿Nadie ha pensado en eso?”.
Después de Couffon en 1948 otros investigadores, todos extranjeros, se internaron por el Barranco en busca de evidencias de los fusilamientos. En 1949 Gerald Brenan, acompañado de su compañera Gamel Woolsey, decidió buscar la tumba de Federico. Los detalles de la visita los escribió en el libro La faz de España. Brenan y su compañera contaron con la ayuda de una anciana que les indició que el cuerpo no estaba en el cementerio sino en las zanjas del Barranco.
En 1960 visitaron Víznar, siguiendo la estela de Lorca, la novelista Marguerite Yourcenar y su amiga Grace Jones. Gracias a dos muchachos del pueblo que se ofrecieron de guías recorrieron los lugares donde supuestamente estaba enterrado el poeta. “Si es el sitio auténtico ese que nos habían mostrado, es evidente que los asesinos hicieron un circuito, cumplieron su fechoría y borraron las huellas en aquel páramo antes de volver al pueblo por otra carretera de mayor circulación”, escribió.
La hispanista francesa Marcelle Auclair, amiga personal de Lorca y de Ignacio Sánchez Mejías, especialista en Santa Teresa, visitó Víznar en 1964 allí localizó el lugar de la muerte descrito por Brenan y Couffon. Auclair subió sola al Barranco y en 1966 regresó acompañada de un jovencísimo Ian Gibson que seguía la misma pista. Ambos investigadores compartieron datos que aparecen reflejados en los libros que publicaron en 1968 (Auclair) y 1971 (Gibson).
Ian Gibson llegó a Granada acompañado de su mujer en 1965 con idea de permanecer un año investigando la muerte del poeta. Los contactos iniciales no fueron fáciles. “Gracias a un pequeño número de amigos que habían conocido íntimamente a Lorca, encontré a un número creciente de granadinos que habían pasado los primeros meses de la rebelión en su ciudad natal y pudieron darme información detallada y verificable sobre el periodo”. Gibson es el más importante biógrafo de García Lorca al que ha dedicado decenas de libros.
La investigación más polémica entre los extranjeros que subieron al entorno de Víznar y Alfacar fue la de Jean-Lous Schonberg. Si por un lado fue el primero en destacar la influencia que tuvo la homosexualidad de Lorca en el odio levantado entre la derecha granadina en 1936, por otro inventó que el poeta había sido asesinado en una pelea entre homosexuales.
La filtración en agosto de 2016 de un informe de la Policía franquista fechado en 1965 volvió a poner de actualidad la controversia sobre el lugar de enterramiento de García Lorca. Aunque el informe está plagado de afirmaciones discutibles, como si fuera producto de una investigación apresurada para cumplir con alguna exigencia burocrática formal, la policía del Régimen precisa que la fosa donde fue enterrado el poeta se encuentra “a unos dos kilómetros a la derecha” de Aynadamar o la Fuente de las Lágrimas, “muy a flor de tierra, en un barranco, un lugar que se hace muy difícil de localizar”. La descripción que contiene el informe dio pie a que reverdeciera la idea de que Lorca estaba en el Barranco de Víznar. El mismo documento achaca a Lorca su supuesta pertenencia la logia Alhambra de la masonería y los acusa de “prácticas de homosexualismo, aberración que llegó a ser vox pópuli”.
El Ayuntamiento de Víznar colocó a comienzos del verano de 2015 una placa en la fosa principal del Barranco de Víznar en la que asegura que García Lorca y sus compañeros de fusilamientos estaban enterrados en la fosa “2 C” de las cinco identificadas, dos años antes, en las prospecciones de la Dirección General de Memoria Democrática.
Según el informe oficial de los arqueólogos de 2013, en la fosa 2 C se identificaron “restos óseos superpuestos de tres individuos, en un enterramiento colectivo de menor longitud que en la zona anexa, concretamente con unas dimensiones de 3,00 metros de longitud por 0,50 metros de ancho por 0,86 metros de cota”.
Para los arqueólogos, la característica “más llamativa” de este enterramiento fue la ocupación tan reducida del habitáculo, la compresión de los restos óseos y su ubicación dentro del perímetro de la zona 2 “pero fuera a nivel del perfil norte”.
La placa fue retirada misteriosamente en el mes de agosto de 2015 después de que el arqueólogo que dirigió las excavaciones declarara que no había evidencia de que allí hubieran sido enterrados Lorca, los dos banderilleros y el maestro de Pulianas.
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.
- Miguel Caballero. Las trece últimas horas en la vida de García Lorca. La Esfera de los Libros. Madrid, 2011.
- Ian Gibson. De Nueva York a Fuente Grande. Grijalbo. Barcelona, 1987.
- Ian Gibson. Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca. Debolsillo. Madrid, 2016
- Federico Molina Fajardo. García Lorca y Víznar. Memorias del general Nestares. Ultramarina. Granada, 2012.
- Eduardo Molina Fajardo. Los últimos días de García Lorca. Plaza y Janés. Barcelona, 1973.
- Agustín Penón. Miedo, olvido y fantasía. Edición de Marta Osorio. Comares. Granada, 2000.
- Antonio Ramos Espejo. García Lorca en Fuente Vaqueros. Casa museo de Fuente Vaqueros. Granada, 2008.
- Fernando Valverde. Regreso al barranco de la muerte. El País, 15 de junio de 2011.
- Lugar Lorquiano
- Barranco de Víznar
- Lugar actual
- Barranco de Víznar
- Dirección
- Carretera de Víznar a Alfacar (GR-3101)
- Datos de la Visita
Paraje público de libre acceso reconocido como Lugar de Memoria.
CÓMO LLEGAR EN BUS