Emplazamiento del edificio, derribado en los años 70, donde la familia Lorca vivió entre 1917 y 1933. Por allí pasaron Lanz, Falla o Juan Ramón.
Los pisos segundo y tercero de la Acera del Casino número 31, que incluían también una torre, fueron el hogar de Granada donde más años residieron los Lorca.
El inmueble fue arrasado en los años setenta del siglo pasado sin apenas oposición ciudadana y en su lugar se elevó un bloque de apartamentos.
Allí vivieron desde 1917 -cuando dejaron el piso de Gran Vía que habían ocupado solo un año- hasta 1933, cuando los padres de Lorca se trasladaron a Madrid. La casa, según la descripción de Isabel García Lorca, “tiraba a lujosa” y tuvo un significado extraordinario en la vida y la obra del poeta e incluso en la historia de la música y el teatro de títeres internacional. Además, representaba el “ideal” de don Federico: estaba cerca del Casino, del café Suizo y de los teatros. La estancia solo se interrumpía cada verano, a partir de 1926, para trasladarse a la Huerta de San Vicente y ocasionalmente, antes, al balneario de Lanjarón a tomar las aguas. Años de vida tranquila y provinciana.
El 6 de enero de 1923 se organizó en la casa de Acera del Casino una función de títeres que pasaría a la historia, ideada por Federico con la ayuda de Manuel de Falla y Hermenegildo Lanz.
Según la descripción de Isabel García Lorca, en el segundo piso estaba la entrada, un patio octogonal con un balcón a cada lado. A la izquierda del pasillo se encontraba el comedor. El cuarto de la chimenea de mármol, reproducido en distintas fotografías, era la estancia del padre: allí leía el periódico y recibía a las visitas, casi siempre de campesinos que venían a consultar.
Federico se solía refugiar en la terraza acristalada desde donde se veía la vega, Sierra Nevada, la Alhambra, el Albaicín y la ermita de San Miguel Arcángel. Lorca, además, compartía con su hermano Francisco un cuarto grande y un estudio pequeño.
La madre, en cambio, prefería el gabinete donde Federico colgó varios cuadros de Dalí. Entre ellos un perturbador desnudo femenino que fue la comidilla de Granada, y el llamado “cuadro de las peras”, que aparece reproducido en las fotos de la época y que las visitas trataban de interpretarlo como una “botella, un trozo de queso gruyere y un pedazo de sandía blanca”.
En el salón estuvo el piano de media cola que el padre regaló a Federico y en el que Manuel de Falla interpretó por primera vez una versión instrumental de la Historia del soldado, de Stravinski.
El 6 de enero de 1923 se organizó en la casa de Acera del Casino una función de títeres que pasaría a la historia. La excusa fue un regalo de Federico a su hermana Isabel. Desde hacía tiempo Lorca quería recuperar el antiguo teatro de cachiporra pero la función trascendió también ese aspecto. Fue el antecedente del estreno, en el junio de ese año pero en París, de El Retablo de maese Pedro de Falla. Ese día se representaron el entremés Los dos habladores, El Misterio de los Reyes Magos y La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, un cuento popular que Federico adaptó para la escena. Por último se estrenó la aludida versión para piano de la Historia del soldado, de Stravinski, que Falla ejecutó en el instrumento de Federico. También sonaron piezas de Debussy, Albéniz, Ravel, además de cantigas y villancicos medievales. La función estuvo muy relacionada con el encargo de 1918, proveniente de París, de la marquesa de Polignac del Retablo de Maese Pedro compuesto el carmen de la Antequeruela.
Federico trabajó como autor, director artístico y titiritero; Manuel de Falla fue director de orquesta y ejecutante, y Hermenegildo Lanz armó el retablillo, ideó la escenografía, talló la cabeza de los títeres y pintó 150 figuras planas.
En una carta al musicólogo Adolfo Salazar, fechada el uno de enero de 1922, Lorca describe cómo concibió con Falla el proyecto del concierto de las Noches de Reyes un año antes. El 31 de diciembre de 1921, Lorca, con un grupo de músicos de la banda municipal, había interpretado una serenata bajo los balcones de la casa de Falla en la Antequeruela: “Bueno”, explica Federico, “pues esta mañana se presenta en mi casa y me dice que la idea que yo tenía de hacer un teatro de cachiporra es menester llevarla a cabo, y me dice que te lo diga para animarte a acabar el Cristobita que yo ya veo como el episodio del Cachiporra. Falla se compromete a hacer música ¡como la de anoche! Para otras cosas, y asegura que don Igor y Ravel harían inmediatamente cosas. Manuelito piensa, si hacemos esto, recorrer Europa y América con nuestro teatro de muñecos que se llamaría así: ‘Los títeres de Cachiporra de Granada”.
Lorca habla de la Noche de Reyes de 1923: “Otro día había organizado yo en mi casa un teatro para mis hermanitas (…). Tres días antes del estreno, entro yo en casa de Falla y oigo tocar el piano. Con los nudillos golpeo la puerta… no me oye…. Golpeo más fuerte… Al fin entro… El maestro estaba sentado en el instrumento ante la partitura de Albéniz. ´¿Qué hace usted maestro?´. ‘Pues estoy preparándome para el concierto de su teatro.´. Así es Falla, para entretener a unos niños ser perfeccionaba, estudiaba…. Porque Falla es eso, conciencia y espíritu de perfección”.
(Entrevistas con Pablo Suero fechadas en 1933 y publicadas en Noticias gráficas de buenos Aires, 11 y 15 de octubre de 1933).
Manuel de Falla y su hermana María del Carmen fueron invitados numerosas veces por los Lorca. Eran fijos el día de Nochebuena. Después de la cena, Federico y Falla “al alimón al piano, con acompañamiento de tapaderas, de cacerolas, zambombas, carrañacas y el tenedor restregando unas botellas de Anís del Mono” interpretaban villancicos y luego subían al Albaicín a la misa del gallo, según Isabel García Lorca.
Entre los visitantes ilustres a la casa de la Acera del Casino estuvieron Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en el verano de 1924 invitados por García Lorca y Falla. La primera visita la consigna Isabel García Lorca en sus memorias: “Juan Ramón se presento en casa por la tarde el mismo día de la llegada y decidimos llevarle en coche de caballos, no en un auto, a dar un paseo por la Alhambra. No hay que decir la fascinación, la emoción que mostró al atravesar el Arco de las Granadas”.
Tu elegía, Granada, la dicen las estrellas
que horadan desde el cielo tu negro corazón.
La dice el horizonte perdido de tu vega,
la repite solemne la yedra que se entrega
a la muda caricia del viejo torreón.
Tu elegía, Granada, es silencio herrumbroso,
un silencio ya muerto a fuerza de soñar.
Al quebrarse el encanto, tus venas desangraron
el aroma inmortal que los ríos llevaron
en burbujas de llanto hacia el sonoro mar.
El sonido del agua es como un polvo viejo
que cubre tus almenas, tus bosques, tus jardines,
agua muerta que es sangre de tus torres heridas,
agua que es toda el alma de mil nieblas fundidas
que convierte a las piedras en lirios y jazmines.
Hoy, Granada, te elevas ya muerta para siempre
en túmulo de nieve y mortaja de sol,
esqueleto gigante de sultana gloriosa
devorado por bosques de laureles y rosas
ante quien vela y llora el poeta español.
(…)
- Isabel García Lorca. Recuerdos míos. Tusquets, 2002.
- Ian Gibson. En Granada, su Granada… Plaza, 1989.
- Gloria Fernández. Guía lorquiana. Fundación Caja Rural de Granada, 2007.
- Federico García Lorca. Obras Completas IV. RBA-Instituto Cervantes. Madrid Barcelona 2006.
- Federico García Lorca. Granada, paraíso cerrado y otras páginas granadinas. Miguel Sánchez Editor, 1972.
- Andrés Soria Olmedo. Treinta y una entrevistas a Federico García Lorca. Entornográfico Ediciones. Granada, 2017.
- Lugar Lorquiano
- Casa familiar de Lorca en Acera del Casino
- Lugar actual
- Acera del Casino, 31
- Dirección
- Acera del Casino, 31
- Datos de la Visita
El edificio original fue derribado. En su emplazamiento existe hoy un bloque de pisos privados. Sólo puede verse el exterior.