El primer domicilio de los Lorca en Granada (1908-1916). Allí nació la menor, Isabel. El bloque, privado, es nuevo, aunque conserva vestigios del original.
El primer domicilio familiar de los Lorca en Granada está situado en el actual número 50 de la Acera del Darro. Aunque el inmueble ha sufrido numerosas transformaciones aún conserva vestigios de la casa a donde se mudó la familia desde Valderrubio en 1908 y donde permaneció hasta 1917. Allí nació Isabel García Lorca y Federico pasó parte de su adolescencia.
Hasta julio de 2017 el inmueble se localizó por error en diferentes guías en la finca número 46, ocupada por el hotel Montecarlo, ya derribado. Según un informe de la Consejería de Cultura, el examen del censo y una visita a la vivienda aún permite visualizar “en cierto modo, medio semiocultos en planta baja, elementos que aparecen en la descripción literaria de Isabel García Lorca”.
Federico García Lorca residió allí durante los ocho años que duraron sus estudios de bachillerato.
La casa, amplísima y abierta al río Darro, aún sin embovedar, tenía, según la descripción de Isabel, jardín y dos pisos. “Nuestra casa tenía un portal amplio. A la entrada estaba el patio con su pilar y sus columnas de granito (…). Al frente estaba la cancela del jardín, una gran reja volada. A la entrada, a la derecha, había una sala baja que se usaba para guardar las alfombras en verano (…). A la derecha estaba la escalera por la que se subía al primer piso”.
En el segundo piso estaban los dormitorios: el del padre y la madre y el de “las niñas”, es decir, el de las hermanas Concha e Isabel. Al otro lado, el de los hermanos Federico y Francisco. Además, había otra habitación que ocupó Isabel, la única hermana soltera de don Federico.
Federico García Lorca residió allí durante los ocho años que duraron sus estudios de bachillerato que preparó entre el Colegio del Sagrado Corazón y el Instituto General Técnico, donde rindió exámenes.
La familia no sintió la ruptura con el campo gracias, en una gran medida, a la constante visita de parientes procedentes de la Vega y a los traslados puntuales que organizaban después de las fiestas del Corpus a las fincas de don Federico en Valderrubio (entonces conocido como Asquerosa) coincidiendo con el comienzo de las labores agrícolas.
Algunos recuerdos remotos de sucesos vividos en la casa reaparecieron muchos años después en poemas como 1910 (Intermedio), incluido en Poeta en Nueva York.
En el piso alto de la casa una habitación daba acceso a los dormitorios. Allí Federico componía sus peculiares misas y dirigía sus rezos. Su hermano Francisco recuerda aquellas escenas de una fe ingenua en las que “Federico exigía la más aguda atención de su auditorio” en particular en los sermones en los que imitaba al padre Arcoya, un sacerdote muy popular luego vinculado a la causa franquista tras la Guerra Civil.
La casa fue el lugar de juegos de los hermanos. Isabel la recuerda como un gran juguete. “Cuando yo era niña era imposible aburrirse en aquella casa”, rememora. Francisco y Federico solían representar El alcázar de las perlas de Villaspesa, una obra muy popular entonces.
Federico durante su primera estancia en la capital se embebió de los paisajes granadinos con los que luego compuso parte de sus escritos juveniles y las prosas de Impresiones y paisajes, su primer libro aparecido en 1918 en la imprenta de Paulino Ventura Traveset y costeado por su padre. Textos como Fantasía simbólica, en los que habla de la ciudad dormida “y acariciada por la música de sus románticos ríos”, proceden de las emociones juveniles sentidas en la Acera del Darro. Igual que las sensaciones y sonidos descritos en las cinco composiciones que forman Granada.
En Libro de poemas (1921) también vertió las imágenes y sensaciones que captó entonces, como las composiciones Canción menor o la Elegía a doña Juana la Loca.
“Aquellos ojos míos de mil novecientos diez / no vieron enterrar a los muertos, /
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada, / ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar. / Aquellos ojos míos de mil novecientos diez /
vieron la blanca pared donde orinaban las niñas, / el hocico del toro, la seta venenosa
y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones / los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas. / Aquellos ojos míos en el cuello de la jaca, / en el seno traspasado de Santa Rosa dormida, / en los tejados del amor, con gemidos y frescas manos, / en un jardín donde los gatos se comían a las ranas. / Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos, / cajas que guardan silencio de cangrejos devorados /en el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad. / Allí mis pequeños ojos. / No preguntarme nada. He visto que las cosas / cuando buscan su curso encuentran su vacío. / Hay un dolor de huecos por el aire sin gente / y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudo!”
“Granada era tu lecho de muerte, doña Juana / los cipreses, tus cirios; la sierra, tu retablo. / Un retablo de nieve que mitigue tus ansias, / ¡con el agua que pasa junto a ti! La del Darro! / Granada era tu lecho de muerte, doña Juana, / la de las torres viejas y el jardín callado, / la de la yedra muerta sobre los muros rojos, / la de la niebla azul y el arrayán romántico”
(Elegía a doña Juana La Loca. Libro de Poemas., 1921)- Isabel García Lorca. Recuerdos míos. Tustquets. Barcelona, 2004
- Francisco García Lorca. Federico y su mundo. Alianza Tres. Madrid, 1990.
- Ian Gibson. Federico García Lorca. Biografía. Grijalbo, 1988.
- Lugar Lorquiano
- Casa familiar de Lorca en Acera del Darro
- Lugar actual
- Acera del Darro, 50
- Dirección
- Acera del Darro, 50
- Datos de la Visita
Edificio de propiedad privada. Sólo puede verse el exterior.