Emplazamiento de la vivienda original desaparecida de Antonio Segura Mesa, maestro de música de Federico a quien dedicó su primer libro.
Antonio Segura Mesa (Granada 1842-1916), el maestro de música de Federico García Lorca y una de las personas más influyentes en su formación artística juvenil, a quien dedicó su primer libro, Impresiones y paisajes, fue un modesto compositor de escaso reconocimiento que impartió clases al poeta en su casa del Escudo del Carmen desde que la familia Lorca se estableciera en Granada en 1908 en la casa de Acera del Casino.
Segura, al contrario que otros creadores coetáneos, nunca abandonó Granada. Por su casa pasaron también otros dos alumnos célebres, el guitarrista y compositor Ángel Barrios (1882-1964) y Francisco Alonso (1887-1948), autor este de obras aún populares como el pasacalles Los Nardos o el chotis Pichi, ambos de Las Leandras. La casa original fue derriba y reconstruida. Además, fue profesor de Rafael Salguero, primer director del Conservatorio de Granada, y de José Montero, fundador de la Banda Municipal.
El magisterio de Segura le supuso a Lorca el encuentro con la música culta. De él recibió lecciones de Armonía y Composición. Pero además le contaba las vidas, los amores, las penas y las miserias de los grandes artistas.
García Lorca, cuando en 1915 o 1916 empezó a tratar a los jóvenes creadores de la tertulia de El Rinconcillo, se presentó como músico; era el único aspirante a intérprete de piano y compositor del grupo. De hecho, una de las razones de su mala aptitud para el estudio fue su afición desmedida por la música. Antes de llegar a Granada, en Fuente Vaqueros y Valderrubio, los cantos y los juegos infantiles y las composiciones del romancero popular fueron su primera y principal vía de aprendizaje dentro de una familia muy dotada para la música.
Según Francisco García Lorca, que también recibió lecciones junto a su hermana Concha cuando se establecieron en Granada, la condición musical provenía de la familia, en concreto de uno de sus abuelos, y en ella hubo casos de habilidad “no corrientes”.
El magisterio de Segura le supuso a Lorca el encuentro con la música culta. De él recibió lecciones de Armonía y Composición.
José Mora Guarnido describe a Segura como un “viejo compositor de óperas inéditas y artista fracasado” pero que descubrió las “admirables condiciones nativas” de Lorca. Sus lecciones no sólo eran técnicas, sino que se extendían a otros alicientes de la vida musical. “Le contaba las vidas, los amores, las penas y las miserias de los grandes artistas durante las épocas de esperanza”, recuerda Mora.
“Que yo no haya alcanzado las nubes”, le decía, “no quiere decir que las nubes no existan”. La frase, según los amigos de El Rinconcillo, la solía repetir Federico con “emoción religiosa”.
El poeta solía resaltar que Segura era un buen discípulo de Verdi y que había compuesto una ópera “colosal, Las hijas del Jepthé, que se llevó un horrible pateo”. La partitura, sin embargo, no se ha conservado.
Segura también compuso una zarzuela en dos actos titulada El alcalde Vinagre, con libreto de Joaquín Afán de Ribera y tuvo una estrecha amistad con el barítono itialiano Giorgio Ronconi, famoso por sus interpretaciones de Verdi y Donizetti hasta el punto de crear ambos un conservatorio de canto.
Federico dedicó su primer libro, Impresiones y paisajes, a su maestro de música Antonio Segura Mesa (fallecido en 1916) y no a su profesor de Teoría de la Literatura y las Artes, Martín Domínguez Berrueta, con quien había recorrido dos veces en sendos viajes de estudios diversas provincias españolas que inspiraron el volumen, aparecido en 1918.
El texto de la dedicatoria es muy emotivo y refleja la admiración que sintió por él: “A la venerada memoria de mi viejo maestro de música, que pasaba sus sarmentosas manos, que habían pulsado pianos y escrito ritmos sobre el aire, por sus cabellos de plata crepuscular, con aire de galán enamorado y que sufría de antiguas pasiones al conjuro de una sonata beethoveniana. ¡Era un santo!”.
Lorca emprendió el primero de los viajes que le inspiraron Impresiones y paisajes solo dos meses después del fallecimiento de Antonio Segura. Su muerte pudo influir de forma determinante en que optase por plasmar sus sentimientos ante el paisaje por escrito y no en una partitura.
El cambio de músico a escritor no supuso el abandono de su primera vocación. La música popular mediante la composición o la armonización fueron un complemento obligatorio de buena parte de su obra, la poética, con títulos como Canciones o Suites, y también la dramática.
Federico cuidó los cantos corales de Bodas de sangre, o el de las Lavanderas, la canción del Pastor y la bacanal de la romería de Yerma, o las coplas de las segadoras de La casa de Bernarda Alba. En sus Obras completas aparecen también diversas partituras.
Desde la tertulia de El Rinconcillo, y gracias a su estrecha amistad con Falla, auspició el Concurso de Cante Jondo de 1922 en la plaza de los Aljibes de Granada.
Lorca, gran conocedor de la música popular, grabó con La Argentinita una versión de las Canciones populares españolas y trató de convencer a Manuel de Falla para que escribiera un cancionero granadino que incluso fue anunciado como de inminente aparición en uno de los números de la revista gallo. Las fotos de Lorca ante el piano, tanto las de la juventud como las que tomó en la Huerta de San Vicente en 1935 su amigo Eduardo Blanco-Amor, caracterizan su vocación musical. Al final de su vida, durante los siete días de agosto de 1936 que pasó en la casa de la familia Rosales, el piano y la lectura fueron sus únicos refugios.
La música es en sí apasionamiento y vaguedad.
Con las palabras se dicen cosas humanas; con la música se expresa eso que nadie conoce ni lo puede definir, pero que en todos existe en mayor o menor fuerza. La música es el arte por naturaleza. Podría decirse que es el campo eterno de las ideas…
Para poder hablar de ella, se necesita una gran preparación espiritual y, sobre todo, estar unido íntimamente a sus secretos. Nadie, con palabras, dirá una pasión desgarradora como habló Beethoven en su Sonata apassionata; jamás veremos las almas de mujeres que Chopin nos contó en sus Nocturnos…
Para sentirla, es necesario poseer imaginación loca y nerviosa, y casi se puede afirmar que, una vez vencido el formidable dragón de su técnica, el que tiene dentro la fantasía y la pasión habla con ella inconscientemente (…).
Hay ideas en los hombres tan grandiosas que no admiten el molde del compás; y si lo varían y rompen con amor, con fuego, tal y como lo sienten, si con aquello han expresado un raro pensamiento, se debe dar por bien hecho; y si nosotros lo sentimos en su dolor, hemos de afirmar su enorme expresión y, por lo tanto, lo enormemente artístico que es…
Y también hay que pensar que en la música, donde tanto se expresa el dolor que este salta por encima de todas las cosas y producirá alteraciones inarmónicas y armónicas raras… Pero ¿qué cosa más desquiciada que el dolor?
(Divagación. Las reglas de la música.)- José Miguel Barberá Soler. Cien años de la muerte del músico Antonio Segura Mesa (1842-1916). Ideal, 11 de julio de 2016.
- Francisco García Lorca. Federico y su mundo. Alianza Tres. Madrid, 1990.
- Ian Gibson. Federico García Lorca. Biografía. Grijalbo, Bacelona, 1985.
- José Mora Guarnido. Federico García Lorca y su mundo. Losada. Buenos Aires, 1958.
- Lugar Lorquiano
- Casa de Antonio Segura
- Lugar actual
- Escudo del Carmen, 6
- Dirección
- Escudo del Carmen, 6
- Datos de la Visita
La casa que fue residencia de Antonio Segura, profesor de música de Lorca, es un edificio de viviendas privadas. Sólo puede verse el exterior.