Lugar de la casa de Luis Rosales donde Lorca vivió refugiado siete días hasta su detención en agosto de 1936. El hotel actual conserva vestigios originales.
La casa de la familia Rosales Vallecillos fue el lugar adonde se refugió Federico García Lorca el 9 de agosto tras los violentos y sucesivos registros perpetrados en la Huerta de San Vicente en los días posteriores a la sublevación del 18 de Julio.
El poeta creyó que los vínculos de los hermanos Rosales -incluido Luis, el poeta- con la Falange garantizaban su inmunidad. Lorca permaneció en la vivienda hasta las primeras horas de la tarde del 16 de agosto en que fue detenido y llevado al Gobierno Civil por una cuadrilla comandada por el exdiputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso al que acompañaban varios individuos, entre ellos Juan Luis Trescastro, y el chófer.
Lorca pasó en una habitación de la segunda planta una semana de tremenda incertidumbre. Su pasatiempo principal consistía en tocar el piano y leer.
El poeta vivió esos siete días en la segunda planta de la casona que ocupaba Luisa Rosales Camacho, hermana de la madre de los Rosales, en un dormitorio libre de la segunda planta del que bajaba a comer o leer. Durante los bombardeos Lorca se sumaba al refugio improvisado a donde acudía toda la familia.
La vivienda, situada en la calle Angulo número 1, fue transformada en un hotel. La habitación donde vivió Lorca no existe y la propia casa fue muy reformada. El comedor conserva uno de los escasos vestigios originales, la puerta por donde entró Ruiz Alonso en busca del poeta. Tanto las columnas del patio como las grandes escaleras fueron derribadas.
El poeta llegó la noche del 9 de agosto a bordo del taxi que solían alquilar los Lorca para sus traslados. Lorca no tenía especial relación con la familia salvo con Luis, el poeta. El inmueble, además de la planta baja, contaba con dos superiores. En la primera vivía la familia Rosales Camacho; la segunda, que era casi independiente, estaba ocupada por la aludida tía Luisa, hermana de doña Esperanza, la madre. En un dormitorio contiguo vivió esa semana de tremenda incertidumbre el poeta. Su pasatiempo principal consistía en tocar el piano y leer.
La detención de Lorca fue una operación de envergadura. La casa fue rodeada por hombre armados listos para intervenir en caso de fuga. Según la versión de Ian Gibson, la tarde del prendimiento solo estaban en casa la tía y la madre de los Rosales y una hermana. Ante la resistencia de la madre de los Rosales a entregar a Federico, Ruiz Alonso fue al cuartel de Falange en busca de uno de sus hijos, Miguel Rosales, que regresó al domicilio. Ruiz Alonso acusó a Lorca de ser espía ruso y de haber hecho más daño “con la pluma que otros con las pistolas”.
La versión del periodista Eduardo Molina Fajardo, por el contrario, insiste en que Ruiz Alonso, antes de presentarse por primera vez en la casa, fue en busca de Miguel Rosales que estaba en un cuartel de la calla San Jerónimo instruyendo en armas a unos voluntarios y que aceptó acompañarlo al acto de detención.
El arresto se produjo sin resistencia. Lorca salió andando, vestido con la chaqueta del pijama y un traje oscuro y se subió al automóvil.
El arquitecto Francisco Prieto Moreno, que había conocido a Lorca en la tertulia de la Casa de los Tiros a la que acudían también Antonio Gallego Burín y Emilio García Gómez, supo de la detención de Lorca, según cuenta a Eduardo Molina Fajardo, por Manuel de Falla. “A pesar de que [Falla] no salía entonces a la calle por estar enfermo, fue a verme al cuartel de los Españoles Patriotas [milicias paramilitares que actuaban junto a organizaciones como Requetés y Falange], en la plaza de toros del Triunfo. Me dijo: “Han detenido a Federico, ¿qué podemos hacer”. Yo le contesté asombrado pensando qué podría hacer…. (…) Me fui a casa. Estaba recién casado y fui a casa de mis suegros a comer, aquí en la Gran Vía. Se lo conté a mi suegro, trató de enterarse de lo que pasaba, y por la noche, a la hora de la cena, me dice: `A Federico lo fusilaron anoche. ¡Ha sido un tremendo error!”.
El cuarto que ocupó Federico tenía “dos bellas camas doradas, con aros, borlitas y una mesita de noche sobre la que pendía una litografía de Santo Domingo” aunque la mayor parte del tiempo la pasó en la sala de Luisa Camacho que, además de un piano, contaba con un balcón sobre la calle Angulo. Según los testimonios de familia, recogidos por Molina Fajardo, el poeta comía en el piso bajo y también gustaba pasar varias horas leyendo. En caso de bombardeo, todos se escondían en un rincón que Lorca bautizó como El Bombario. Por la tarde solía bajar en pijama o en pantalón y mangas de camisa a la biblioteca de Luis en la planta baja.
Ruiz Alonso era amigo de Horacio Roldán Quesada, el pariente de don Federico con quien este tuvo problemas a causa de unos terrenos de labor en Valderrubio y que participó en el registro del 9 de agosto en busca de los hermanos del casero Gabriel Perea en la Huerta de San Vicente.
El automóvil en el que llegaron los falangistas a detener a Lorca era un Oakland matrícula GR-2185. Según Eduardo Molina Fajardo, uno de los desconocidos acompañante de Ruiz Alonso se llamaba Federico Martín Lagos, jefe de centuria de Falange. Miguel Rosales asegura que cuando llegaron a la casa “estaba rodeada por guardias de asalto y de milicias”. Ruiz Alonso iba vestido con un mono (le apodaban “el obrero amaestrado”) con las insignias de Falange cosidas. “Federico estaba en el patio en pijama. Mi madre nos dio un vaso grande de café con leche a Ruiz Alonso y a mí. Trescastro y los otros se quedaron en la puerta sin entrar”. El exdiputado de la CEDA y linotipista del diario Ideal dijo a Lorca: “Tienes que acompañarme al Gobierno Civil, pero solo para que hagas unas declaraciones”. Según Miguel Rosales, el poeta se puso blanco: “Era como un muñeco y todas las mujeres de la casa se pusieron a llorar. García Lorca subió a vestirse a la habitación, y los demás esperamos en el patio”. Después se despidió de la familia y del brazo de Miguel Rosales se dirigió al coche”, añade Rosales en el relato que hizo a Molina Fajardo.
Cuando Lorca fue detenido la madre de los Rosales avisó a la familia del poeta que se había concentrado en la casa de la calle San Antón donde residía el alcalde socialista, Manuel Fernández-Montesinos, que aquel mismo día sería fusilado en las tapias del cementerio. Desesperados ante la detención de Federico, Miguel Rosales, acompañado del padre de Lorca contrataron al abogado Manuel Pérez Serrabona para salvar al poeta. El gesto fue inútil: España era un país sin ley, roto por la guerra y en muchos casos en manos de pistoleros que aplicaban por sí mismos la justicia.
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.
- Miguel Caballero y Pilar Góngora. La verdad sobre el asesinato de García Lorca. Ibersaf, Madrid, 2007.
- Ian Gibson. Federico García Lorca. Biografía. Grijalbo. Barcelona. 1987
- Eduardo Molina Fajardo. Los últimos días de García Lorca. Plaza y Janés. Barcelona, 1983.
- Agustín Penón. Miedo, olvido y fantasía. Comares, Granada, 2009
- Gabriel Pozo. Lorca, el último paseo. Ultramarina. Granada, 2009.
- Lugar Lorquiano
- Casa de los Rosales
- Lugar actual
- Hotel Reina Cristina
- Dirección
- Tablas, 4
- Web
- http://www.hotelreinacristina.com/
- Teléfono
- 958 253 211
- clientes@hotelreinacristina.com
- Datos de la Visita
El hotel está abierto todo el año de forma ininterrumpida y facilita la visita a las dependencias relacionadas con Lorca.