Emplazamiento del desaparecido Café Alameda donde estaba situada la tertulia de El Rinconcillo. Hoy forma parte del Restaurante Chikito.
Pocas veces un espacio tan exiguo ha generado tantas ideas rompedoras ni ha dado pie a tanta literatura y estudios como la tertulia de El Rinconcillo, unos pocos metros cuadrados debajo de la escalera que subía al piso superior del café Alameda, un establecimiento ya derribado cuyo solar ocupa hoy, con fidelidad a su memoria, el restaurante Chikito. Sus fundadores fueron los jóvenes granadinos editores de la revista Andalucía 1915, émula a su vez de España 1915, cabecera nacida en Madrid para subrayar el cambio de época sobrevenido después de la Gran Guerra.
Los participantes en la tertulia eligieron como sede el café Alameda, un lugar frecuentado por gente dispar y variable según las horas del día. En el fondo del café, detrás del pequeño escenario donde actuaba un quinteto de cuerda con piano, había “un amplio rincón donde cabían dos o tres mesas con confortables divanes contra la pared” en el que los jóvenes frecuentadores del café plantaron su sede. Tras un intento fallido de bautizar el recoveco como La Araña, finalmente prosperó lo que era, El Rinconcillo.
Federico fue, en los primeros años, el único músico de la tertulia, hasta que en 1918 sorprendió a todos con su primer libro, ‘Impresiones y paisajes’, cuya escritura guardó en secreto.
La entrada actual está orientada en el mismo sentido que la original y los propietarios han colocado una escultura de Lorca en el espacio donde se sentaban los desenfadados tertulianos. En verano la reunión se expandía bajo los gigantescos árboles de la plaza del Campillo que han sobrevivido a todas las circunstancias urbanísticas.
La fundación de El Rinconcilllo fue consecuencia de la decadencia del Centro Artístico, del que se habían separado sus socios más jóvenes por su “provincianismo” y su apego a las artes plásticas más tradicionalistas. Su época más gloriosa transcurrió entre 1915 y 1922; a partir de entonces su aliento decayó ya que muchos de los asistentes abandonaron Granada. Algunos de sus últimos miembros fundaron en 1926 el Ateneo de Granada, que siguió la senda del desparpajo frente a la pompa del Centro Artístico.
Prueba de ese espíritu abierto y universal de los rinconcillistas es que dos de sus miembros más activos acabaron pronto en París: Manuel Ángeles Ortiz, discípulo de Picasso, e Ismael González de la Serna. Pronto marcharían a Madrid también Federico y Francisco García Lorca o el académico de la Lengua Melchor Fernández Almagro.
Aunque la nómina es larga y flexible formaron parte de la tertulia, ya fuera como miembros fijos o casuales, los hermanos Federico y Francisco García Lorca, Francisco Soriano Lapresa (que actuó como coordinador), Manuel de Falla (músico), Hermenegildo Lanz (diseñador y profesor), Juan Cristóbal (escultor), José Mora Guarnido (diplomático), Constantino Ruiz Carnero (director de El Defensor). Miguel Pizarro, José Navarro (arabista), Fernando de los Ríos (político y catedrático), Juan José Santa Cruz (ingeniero) y Antonio Gallego Burín (político). Federico fue, en los primeros años, el único músico de la tertulia, hasta que en 1918 sorprendió a todos con su primer libro, Impresiones y paisajes, cuya escritura guardó en secreto.
A los rinconcillistas fijos se sumaron en las reuniones diferentes artistas que visitaban Granada, entre ellos los músicos Arthur Rubinstein y Wanda Landowska y los escritores H. G. Wells y Ruyard Kipling. Del espíritu de los tertulianos nacieron proyectos tan importantes como el Concurso de Cante Jondo de 1922 de la plaza de los Aljibes, los homenajes a Isaac Albéniz en la Alhambra, y la colocación de lápidas a Gautier, Glinka y Debussy.
También hubo rinconcillistas imaginarios concebidos para la diversión y la ironía de los tertulianos. Uno de los hallazgos más felices de los integrantes de la tertulia fue la invención del poeta Isidoro Capdepón Fernández, un supuesto vate granadino que tras emigrar a Guatemala había regresado cubierto de laureles. Capdepón, poeta apócrifo y colectivo, fue una especie de antihéroe que representaba “toda la retórica al uso en los comienzos de siglo, del latiguillo y el sonsonete, del floripondio retórico, el versito de abanico, la oda conmemorativa”, según escribe Mora Guarnido. Su modelo fue el escritor decimonónico Manuel de Góngora.
Para darle visos de autenticidad, contaron con la complicidad del director de El Defensor de Granada, el rinconcillista Constantino Ruiz Carnero, que el 13 de enero de 1923 publicó un poema de Capdepón en el que anunciaba su regreso. A continuación, apareció un artículo sarcástico de José Mora Guarnido que lo presentaba como “uno de los pocos hombres que nos quedan, resto de aquellos caracteres representativos que durante los siglos XVI y XVII llenaron el mundo”.
Fernández Almagro, compinchado en Madrid con Antonio y Enrique Díez Canedo, publicaron en Madrid más crónicas sobre Capdepón al que no sólo propusieron para ingresar en la Real Academia de la Lengua a través de la muy seria revista España, sino que publicaron la crónica de su recepción.
Otro de los personajes inventados por los rinconcillistas, a partir de la palabra convergen, fue el improbable compositor sueco Konverghen, al que atribuyeron una copiosa obra que luego dieron a conocer por todos lados. Melchor Fernández Almagro, entonces académico de la Historia, tuvo que sofocar la risa cuando un colega le confió; “Parece mentira que solo usted y yo conozcamos en España la existencia del gran Konverghen… ¡Y luego se dicen críticos esos ignorantes!”.
Entre los rinconcillistas más sorprendentes figura Nakayama Koichi, Nakita, un estudiante japonés de diplomacia que había elegido Granada como residencia y que se presentaba en su tarjeta de visita como “torero de emoción”, y Ramón Tortajada, marido de la bailarina de finales del XIX Consuelo La Tortajada que se hizo construir en la plaza de Mariana Pineda, casi a las espaldas del café, una pintoresca vivienda con resabios árabes que fue destruida por un incendio en los años sesenta del siglo pasado.
Granada, Granada…
¡oh Granada bella!
¡Cómo te engalanas, cómo te embelleces
Para el que regresa!
Soy un granadino que en su juventud
Derrochó su vida y también su hacienda
En amores vanos, amores de un día
-además jugando al monte y en juergas-.
Los últimos duros jugando una noche
Me compré un pasaje y me marché a América.
Me ha sido benévolo el Chaco infinito,
Y la Pampa ardiente me ha sido benévola.
¡Vuelvo rico a comprar una casa
en la calle Navas o de Pavaneras:
en la calle Navas do vivió mi madre
o de Pavaneras, donde vivió…ella!
- Federico García Lorca. Antología moderna. Edición de Miguel García-Posadas. Comares, 1995.
- Francisco García Lorca. Federico y su mundo. Alianza, 1990.
- Andrés Soria Olmedo. Fábula de fuentes. Residencia de Estudiantes, 2004.
- José Mora Guarnido. Federico García Lorca y su mundo. Losada, 1958.
- Lugar Lorquiano
- El Rinconcillo (Café Alameda)
- Lugar actual
- Restaurante Chikito
- Dirección
- Plaza del Campillo, 9
- Web
- http://www.restaurantechikito.com/
- Teléfono
- 958 223 364
- info@restaurantechikito.com
- Datos de la Visita
HORARIO
– Jueves a martes, de 12.30 a 16.30 horas y de 20.00 a 23.30 horas
– Miércoles, cerrado