El Paseo de los Cipreses y otros espacios del Generalife dejaron “herido de belleza” a Juan Ramón Jiménez en la visita que hizo en 1924 invitado por Lorca.
La Alhambra y el Generalife están unidos a García Lorca por muchos motivos que son historia. Pero el Generalife y, en particular, el Paseo de los Cipreses y la Escalera del Agua, tienen un nexo que se remonta al verano de 1924, cuando Juan Ramón Jiménez, acompañado de su esposa Zenobia Camprubí, visitó quizá por primera y única vez Granada y quedó fascinado y “herido” de tanta belleza.
La pareja llegó, después de las múltiples invitaciones que le giró Federico, a finales de junio. Juan Ramón antes que Zenobia. Se alojaron en el Hotel París, situado al comienzo de la Gran Vía. Zenobia se marchó a Madrid a primeros de julio, pero el poeta onubense permaneció hasta mediados de ese mes y viajó a continuación a Sevilla y desde allí a Madrid.
Fruto de la estancia de Juan Ramón en Granada fue el libro Olvidos de Granada, una mezcla de recuerdos, prosas, evocaciones y cartas, además de unas célebres fotografías del grupo en el Paseo de los Cipreses y en los Jardines del Partal.
“Granada me ha cojido el corazón. Estoy como herido, como convaleciente. Ahí no me daba tanta cuenta. Es verdad que soy muy pasivo, muy esclavo ante la belleza (…). Luego viene la enorme reacción patética. Siento un verdadero malestar físico y a veces tengo que huir de mí mismo, en ella, y pensar en otra cosa. Por las noches y en la siesta, especialmente, ese bellísimo malestar se agrava agrandado en forma de nostaljia”, escribió recién llegado a Madrid a Isabel García Lorca, entonces una niña de 11 años que sedujo con su inocencia al poeta de Moguer y a la que dedicó el romance titulado Generalife. “A la hadilla del Generalife”, dice en el encabezamiento.
Fruto de aquella estancia en Granada fue el libro Olvidos de Granada, una mezcla de recuerdos, prosas, evocaciones y cartas relacionadas con aquella visita, además de unas célebres fotografías del grupo en el Paseo de los Cipreses y en los Jardines del Partal, los espacios que atrajeron más a los visitantes.
Isabel García Lorca dejó constancia detallada en sus memorias de cómo fue la visita, llena de claroscuros, de Juan Ramón y Zenobia. El poeta de Moguer se quedó en Granada casi un mes alojado en el Hotel París, hoy desaparecido. Juan Ramón, que se anticipó unos días a Zenobia, viajó en el tren nocturno con Federico y Francisco García Lorca. Solo por el olor, contaba Francisco, iba adivinando de qué estaban plantados los campos por los que pasaban. Al día siguiente se presentó en la casa de Lorca, que vivía en la Acera del Casino, donde un año antes Federico, Falla y Hermenegildo Lanz habían montado la célebre función de títeres de Navidad.
En la primera salida, en coche de caballos, fueron a la Alhambra. Granada, entonces, estaba razonablemente despoblada de turistas. “Los días antes de la llegada de Zenobia”, escribe Isabel, “se quedaba a comer con nosotros; sencillamente porque llegaba la hora de almorzar y no se iba”. Las tardes la dedicaban a recorrer los palacios y el Generalife. “Esto se repetía casi todos los días. Yo creo que Juan Ramón fue completamente feliz en Granada. Íbamos al Polinario, padre de Ángel Barrios, en aquel delicioso patinillo adonde fue tanto Federico”, cuenta Isabel. Tampoco faltaron las visitas al carmen de Manuel de Falla.
Las impresiones personales de Juan Ramón Jiménez quedaron expuestas en la carta que le escribió a Zenobia desde el ingrato hotel de Granada: “Los Lorca se han estremado conmigo estos días y casi no vengo al hotel más que a dormir porque el ruido sigue como el primer día, y el calor hace tres, es verdaderamente insoportable. Me han llevado a nuevos sitios deliciosos: La Vega, alegre y olorosa y fresca; la Bola de Oro, lo más bello para mí del paisaje granadino, con aspectos de Florencia, de Roma, de los Pirineos, de Sevilla…; y esta Verbena de San Pedro, de la que no es posible dar una idea en una carta como esta”.
Antes de que los malentendidos enrarecieran al ambiente cortés de la visita, en noviembre del mismo año, una vez digerida la belleza de Granada, Juan Ramón Jiménez envió a Isabel el romance Generalife “que hice en agosto para ella, a cambio de un precioso retrato”, un poema de singular importancia en la obra de Juan Ramón lleno de luces y transparencia donde el jardín y el agua se hermanan con el trasfondo del Generalife hasta crear “el mayor monumento lírico al agua” de nuestra historia.
La visita de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí también generó el primer enfriamiento de las relaciones, en apariencia tan cálidas, con los Lorca.
En la época de la visita había sido nombrado responsable de la Alhambra Leopoldo Torres Balbás, un institucionalista amigo de Fernando de los Ríos. Los Lorca trabaron con Balbás gran amistad. Sin embargo, el arquitecto, recién llegado, no prestó demasiada atención al jardinero mayor del Ayuntamiento, Fernando Vílchez, amigo también de Federico y Falla. Juan Ramón escuchó los comentarios de aquella controversia y, de vuelta a Madrid, escribió un durísimo artículo contra Torres Balbás en El Sol firmado, con seudónimo, por un amigo suyo, el poeta Siderico García Laorta. “Mis padres lo consideraron una traición. Con esto se enfrió nuestra relación con Juan Ramón Jiménez, pero no con Torres Balbás pues Juan Ramón siempre fue tenido por hombre de malísima intención”. Los Lorca y los Jiménez no se volvieron a encontrar hasta pasados los años.
No fue el único encontronazo entre los Lorca y Juan Ramón Jiménez. Años después, en las Caricaturas líricas, Juan Ramón dedicó a Federico una semblanza donde reaparece su famoso mal genio: Federico, escribe, “no ha hecho otra cosa que dejar caer aquí y allá fruta verde, poco suya y sin valor fundamental. Sus amigos, muchachos en su mayoría incapaces de crítica, y en los que él reina con evidente superioridad, van y vienen tras él, dispuestos a todos los aplausos y a todas las concesiones. Y pasan los años, y Lorca, que debe andar por los 30, y nada ha cuajado aún en él, reclinado en los espejismos de oro y rosa de los triunfos fáciles del café y la Residencia”.
El hotel París donde se alojaron Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, a pesar de estar enclavado en el número 3 de la Gran Vía, no reunían las condiciones mínimas que una persona tan sensible necesitaba para residir en una ciudad tan colmada de lirismo. Según sus anfitriones, JRJ siempre estuvo quejándose de lo malo, lo sucio, el asco que le daba su hotel y lo delicado que estaba del estómago. Tanta era su aprensión que el desayuno se lo mandaba a diario en una bandeja Emilia Llanos, amiga de los Lorca que vivía cerca del hotel.
El libro Olvidos de Granada ha conocido diferentes entregas y su contenido se ha incrementado desde la edición mexicana de 1944-1945 mecanografiada por el autor. Entre los añadidos figuran los Otros olvidos de Granada que el poeta onubense quiso incluir en una edición argentina y que fueron rescatados por Miguel Ángel Vázquez Medel para la edición en la colección Libros de la Estrella de la Diputación de Granada.
La entrada que dedica en Olvidos a Manuel de Falla resume perfectamente la relación entre el compositor y Granada: “Se fue a Granada por silencio y tiempo, y Granada le sobredió armonía y eternidad”.
…Hablan las aguas y lloran
bajo las adelfas blancas;
bajo las adelfas rosas,
lloran las aguas y cantan,
por el arrayán en flor,
sobre las aguas opacas.
¡Locura de canto y llanto,
de las almas, de las lágrimas!
Entre las cuatro paredes,
Penan, las llamas, las aguas;
las almas hablan y lloran,
las lágrimas olvidadas;
las aguas cantan y lloran,
las emparedadas almas.
…¡Por allí la están matando!
¡Por allí se la llevaban!
—Desnuda se la veía.—
¡Corred, corred, que se escapan!
—Y el alma quiere salirse,
mudarse en mano de agua,
acudir a todas partes
con palabra desatada,
hacerse lágrima en pena,
en las aguas, con las almas…—
¡Las escaleras arriba!
¡No, la escalera bajaban!
—¡Qué espantosa confusión
de almas, de aguas, de lágrimas;
qué amontonamiento pálido
de fugas enajenadas!
- Juan Ramón Jiménez. Olvidos de Granada. Edición de Miguel Ángel Vázquez Medel. Diputación de Granada, 2002.
- Isabel García Lorca. Recuerdos míos. Tusquets. Barcelona, 2002.
- Miguel Ángel Vázquez Medel. Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca. Academia de Buenas Letras de Granada.
- Lugar Lorquiano
- Generalife
- Lugar actual
- Generalife
- Dirección
- Paseo del Generalife, s/n
- Web
- http://www.alhambra-patronato.es/
- Teléfono
- 958 027 971
- Datos de la Visita
Existe una modalidad de entrada específica para visitar los Jardines de la Alhambra, que da acceso al Generalife y otras zonas del monumento. Web oficial de compra de entradas.
HORARIO
DEL 1 DE ABRIL AL 14 DE OCTUBRE
De lunes a domingo, de 8.30 a 20.00 horasDEL 15 DE OCTUBRE AL 31 DE MARZO
De lunes a domingo, de 8.30 a 18.00 horas