Casa de campo de Francisco García Rodríguez y sus hijas que inspiraron a Federico El diván del Tamarit. Es privada y solo es accesible el entorno.
Antes de que don Federico García Rodríguez comprase la Huerta de San Vicente, donde Federico García Lorca veraneó y escribió una parte sustancial de su obra de madurez a partir de 1926, se interesó por otra propiedad similar situada en las cercanías, la Huerta del Tamarit (Jardín de los Dátiles, en árabe), cinco hectáreas de tierra de regadío junto al Genil, en el Pago del Jaragüi o Jaragüit Bajo, según los nombres contradictorios de los asentamientos que constan en los libros de los regantes de la Acequia Gorda.
Una finca distaba entonces de la otra apenas quince minutos a pie. Don Federico, sin embargo, prefirió en aquella época, el año 1918, cedérsela a su hermano Francisco, padre de Carmen y Clotilde García Picossi. Clotilde, una de las primas favoritas de Federico, pasaría poco después a ser la propietaria del paraje que dio nombre al último libro de Lorca, El Diván del Tamarit, escrito a partir de la segunda mitad de los años treinta y publicado póstumamente.
Lorca comentó en una carta que la huerta de su prima tenía las señas más bonitas del mundo: Huerta del Tamarit, término de Fargüi, Granada. “Prima”, le decía Federico a Clotilde, “tu huerta es una colección de tarjetas postales”.
En 1918 don Federico aún no había concebido la idea de interrumpir las estancias periódicas en la casa de Asquerosa, coincidiendo con la época de trilla, y adquirir una casa de campo cerca de Granada, así que dejó pasar la oportunidad. Francisco García Rodríguez levantó en 1923 la casa principal y luego otra más pequeña para los guardeses.
A partir de la compra de la Huerta de San Vicente, el tránsito de la familia de una finca a otra fue constante. Estaban tan hermanadas una propiedad con la otra que su denominación catastral se ha superpuesto hasta crear un malentendido nominal. Hay quien emplaza la Huerta de San Vicente en el término de Jaragüi o Fargüi, el mismo de la Huerta del Tamarit, cuando en realidad la primera corresponde al pago de Arabial. En cualquier caso, las denominaciones comparten la misma belleza eufónica con desinencias árabes. Lorca comentó en una carta que la huerta de su prima tenía las señas más bonitas del mundo: Huerta del Tamarit, término de Fargüi, Granada. Federico solía caminar a casa de su prima Clotilde con frecuencia a saborear su arroz arriero, “Prima”, le decía Federico a Clotilde, “tu huerta es una colección de tarjetas postales”.
Es difícil precisar qué poemas de El Diván fueron escritos en la Huerta de San Vicente y cuáles en la del Tamarit, sobre todo porque el poemario, aunque concentrado en 1934, fue compuesto en un periodo muy dilatado. En el verano de 1931 Lorca ya había escrito la Casida del sueño al aire libre y la Gacela de la raíz amarga. En el barco que lo traía de Argentina escribió al menos dos gacelas más y una casida. Según su amigo Eduardo Blanco-Amor, que residió en la huerta de San Vicente en el verano de 1934, lo vio redactar “en un café de la calle Zacatín” la Gacela del mercado matutino. Según escribió el propio Blanco-Amor en 1937, tratando de zanjar el equívoco de los nombres, “el huerto del Tamarit era, según la erudición o la imaginación de Federico, el nombre morisco del huerto de San Vicente, sombreado de laureles, iluminado de cerezos y reflejado de acequias donde el poeta pasaba sus veranos”.
La construcción de la circunvalación de Granada en los años ochenta dividió ambas heredades y convirtió todo el ámbito agrícola de la Vega es pequeñas islas inconexas. La de San Vicente quedó integrada en la ciudad y la del Tamarit al otro lado de la autovía. Recorrer hoy el trayecto de una huerta a otra en una labor complicada y hasta peligrosa debido a la circulación y los cambios constantes del pavimento. La Huerta del Tamarit es actualmente de propiedad privada.
La primera noticia que dio Lorca de El Diván del Tamarit fue en 1934 tras una lectura de Yerma en la Casa de los Tiros de Granada a la que acudieron, entre otros, el arquitecto Francisco Prieto-Moreno, el profesor Antonio Gallego Burín y el arabista Emilio García Gómez. De ese encuentro salió la determinación de publicar Diván en la editorial de la Universidad de Granada con prólogo del arabista.
García Gómez cumplió su compromiso y dejó lista una introducción que luego apareció suelta en Silla del Moro y nuevas escenas andaluzas donde cuenta el origen del libro fallido y comenta los poemas lorquianos. “Lorca nos dijo entonces que él tenía compuesta, en homenaje a estos antiguos poetas granadinos, una colección de casidas y gacelas, es decir, un Diván, que tomaría el nombre de una huerta de su familia en donde muchas de ellas fueron escritas”, recuerda García Gómez.
Clotilde García Picossi, la prima propietaria de la Huerta del Tamarit, era siete años mayor que Lorca aunque mantuvo con él una estrecha relación que se remontaba a los tiempos de la infancia en Fuente Vaqueros. Clotilde se jactaba de ser la inductora de la primera aparición de Federico en un teatro. Fue durante la representación de La alegría de la huerta, en la que Clotilde, con diez años, aparecía llevando de la mano a Federico “vestido de gitanillo”. “La gente nos veía desde los tejados. Ya dimos sesiones por dinero y todo. En Fuente Vaqueros había mucha afición al teatro. Y los García, todos muy aficionados, porque tocaban la guitarra y cantaban muy bien”, rememoraba.
Clotilde inspiró a su primo algunas célebres escenas de teatro. Una de ellas, la más conocida, corresponde a La casa de Bernarda Alba cuando Adela, harta del luto, se pone un hermoso vestido verde para darle de comer a las gallinas. “Era una cárcel llevar luto. Yo tenía aquella ropa tan bonita. Y no podía estrenar aquel vestido. Entonces cogí y me vestí con todos los abalorios que tenía. Con muchos adornos, muchas cosas, los zapatos de color. Me vestí y salí al corral, ¡pío, pío, pío! para que me vieran por lo menos las gallinas. Como no era cosa de salir a la calle…”, recuerda.
Todo el entorno de las huertas vinculadas a García Lorca está respaldado por amplísimas referencias en los textos históricos. Góngora, en un romance, en siglo XVI, escribe: “Y el Jaragüi donde espiran / dulce olor los frescos valles”.
También aparece en el Romancero general: “Una parte de la Vega / que el Genil y Darro bañan / cuyas aguas enriquecen / el Xaragüi de Granada”.
En la tragicomedia de Lope de Vega Pedro el Carbonero aparecen estos versos: “Moros sobre cautivas / del Jaragüí de Granada”.
El historiador Bermúdez de Pedraza denominó Jaragüí a toda la extensión de la Vega de Granada.
Por las arboledas del Tamarit
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
El Tamarit tiene un manzano
con una manzana de sollozos.
Un ruiseñor apaga los suspiros
y un faisán los ahuyenta por el polvo.
Pero los ramos son alegres,
los ramos son como nosotros.
No piensan en la lluvia y se han dormido,
como si fueran árboles, de pronto.
Sentados con el agua en las rodillas
dos valles esperaban al otoño.
La penumbra con paso de elefante
empujaba las ramas y los troncos
Por las arboledas de Tamarit
hay muchos niños de velado rostro
a esperar que se caigan mis ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
- Francisco García Lorca. Federico y su mundo. Alianza Tres. Madrid, 1990.
- Jesús Ortega. Álbum. Huerta de San Vicente. Granada 2015.
- Antonio Ramos Espejo. García Lorca en Fuente Vaqueros. Diputación de Granada, 2007.
- María José Merlo Calvente. Para una edición de El Diván del Tamarit.
- Lugar Lorquiano
- Huerta del Tamarit
- Lugar actual
- Huerta del Tamarit
- Dirección
- Callejón de Nogales
- Datos de la Visita
La Huerta del Tamarit es de propiedad privada y sólo puede visitarse el entorno.