La primera obra teatral estrenada por Federico García Lorca, entonces un muchacho de 21 años llegado en 1919 a Madrid desde su Granada natal, es una fábula escenificada escrita a partir de un poema extraviado que iba a formar parte del Libro de poemas. El resultado artístico de la representación fue un fracaso clamoroso.
La comedia, dividida en dos actos y un prólogo, está protagonizada por personajes que representan a insectos como Doña Curiana, Curiana Nigromántica, Curianita Silvia, Curianito El Nene, varios gusanos numerados del uno al tres, el Alacrancito El Cortamimbres y la Mariposa.
El primer acto, compuesto por seis escenas, se desarrolla en un prado “verde y humilde bajo la sombra densa de un gran ciprés” a la “hora casta del amanecer”. El segundo consta de siete escenas y transcurre en un jardín “con una gran cascada de yedras” y «todo el suelo plantado de margaritas gigantescas”.
El manuscrito anduvo perdido muchos años y cuando apareció estaba incompleto: le faltaban las últimas hojas, lo que ha obligado a presuponer el desenlace. Francisco García Lorca aventura que termina con el suicidio del protagonista, una hipótesis que parece deducirse también de los comentarios aparecidos en la prensa tras el estreno (“La ilusión se trunca y la existencia del audaz soñador también”) y del propio prólogo: “Inútil es deciros que el enamorado bichito se murió. ¡Y es que la Muerte se disfraza de Amor!”.
La fábula transcurre en una comunidad de cucarachas (curianas en el lenguaje de Lorca) donde conviven varios insectos de distinto carácter y sensibilidad. Uno de ellos, Cuarinito, sufre el desprecio de los restantes miembros del grupo a causa de su vocación por la poesía. Un desaire que comparten su madre, Doña Curiana, y su pretendienta, Curianita Silvia, a la que trata con desdén. Un día, sin embargo, aterriza en la comunidad una Mariposa moribunda con un ala rota. La inesperada llegada provocará una gran conmoción. Curianito acabará enamorado perdido de la nueva inquilina que, sin embargo, no podrá corresponder debido a su mal estado. Una vez repuesta, y en el momento en que Curianito declara su amor, la Mariposa inicia una danza que agotará sus fuerzas y supondrá su muerte. Curianito se abraza a la Mariposa: “Tienes el cuerpo frío. Ven conmigo, / que es mi cueva templada / y desde allí verás el prado verde / perderse en la distancia”.
La supuesta candidez del argumento encierra referencias simbólicas profundas. Según Ian Gibson, la tesis de la obra es que el amor es un fenómeno puramente fortuito. A su juicio, el joven Lorca proyectó en El maleficio… “sus deseos eróticos, sus miedos y sus dudas metafísicas sobre el desesperado Curianito El Nene, ya que las quejas del ortóptero repiten, casi palabra por palabra” otras similares que aparecen en los poemas Canción menor y Alba. “El Maleficio de la mariposa es una excusa apenas disfrazada para la expresión erótica, y llama la atención el que, para su amante, haya escogido un insecto considerado repugnante”, concluye.
La primera obra dramática de García Lorca se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid el 22 de marzo de 1920 y sólo resistió cuatro representaciones (o dos según otras fuentes) debido al rechazo vehemente del público que la pateó a gusto. A la salida del teatro, según José Mora Guarnido, hubo incluso intercambios de golpes entre los detractores y los amigos que Federico había reclutado entre los rinconcillistas que vivían en Madrid y los compañeros de la Residencia de Estudiantes. La pieza formaba parte de la programación del Teatro del Arte impulsada en el Eslava por Gregorio Martínez Sierra y su mujer María de la O Lejárraga.
La comedia, un empeño del dramaturgo Martínez Sierra, fue representada por la actriz Catalina Bárcena, en el papel de Curianito El Nene, mientras que la Mariposa la interpretó una joven Encarnación López Júlvez, La Argentinita, con la que Federico tuvo una estrecha relación personal y artística hasta su muerte en 1936. Los decorados fueron confiados al escenógrafo uruguayo Rafael Pérez Barradas. Sin embargo, Gregorio Martínez Sierra los juzgó demasiados atrevidos y los encargó al director de cine y teatro Fernando Mignoni Monticelli. Barradas, no obstante, diseñó el vestuario. La música elegida fueron piezas incidentales del compositor noruego Edward Grieg instrumentalizadas por José Luis Lloret.
La comedia, acabada por Lorca aprisa por los requerimientos de Martínez Sierra, fue titulada inicialmente por el dramaturgo Comedia ínfima y luego La estrella del prado, nombres que Martínez Sierra rechazó. Según relata Mora Guarnido, fue el propio productor quien, ante las dudas de Lorca y la cercanía del estreno, le puso por su cuenta el título definitivo.
La pieza, quizá porque el original que se conserva está incompleto, fue excluida de las primeras Obras Completas y luego añadida, pero no en el volumen de obra dramática sino en otro complementario de Obra divulgada. En 2020 apareció en la editorial Debolsillo una nueva edición preparada por Víctor Fernández
El argumento procede de uno de los poemas que Lorca compuso durante los veraneos en la casa de Valderrubio y que conforman su inicial Libro de poemas, editado más tarde, en 1921. El joven Lorca sentía predilección por las poesías de tono panteísta protagonizadas por animales bajo la influencia directa de Rubén Darío (véase el poema Los motivos del Lobo). Muchas de aquellas pequeñas fábulas fueron excluidas de la selección final, aunque alguna sobrevivió gracias al empeño de Mora Guarnido y del editor Gabriel García Maroto, como Los encuentros de un caracol aventurero. Entre los poemas descartados y perdidos había uno que hacía referencia a la “mínima aventura” de una mariposa con un ala rota que cae en un nido de cucarachas. Las curianas la acogen y curan. Cuando recobra su vigor, hace una pirueta en el aire y deja desolado al hijo de una cucaracha que se había enamorado perdidamente de ella. Federico solía recitar con gracia aquellos poemas que luego, en impresos, perdían parte del encanto.
En una carta dirigida a su familia en la Acera del Casino, escrita en los días previos al estreno de El maleficio de la mariposa, Federico da cuenta del proceso de montaje de la obra y alude a la primera lectura del manuscrito completo: “Anteayer fue la lectura definitiva ante toda la compañía y un número algo crecido de literatillos jóvenes que habían entrado por conocerme. Excuso deciros que no me importa el éxito de la obra ante el público porque el triunfo que yo tuve ante la compañía es el éxito más fuerte que yo he tenido en mi corta vida literaria. La Argentinita, que efectivamente es una muchacha muy simpática y lista, se dio una panzá de llorar y en el último acto casi todas las muchachas y algunos jovencitos tenían lágrimas en los ojos”.
Los rinconcillistas y los amigos de la Residencia de Estudiantes, expresamente invitados por Lorca y repartidos por el teatro Eslava ante el previsible fracaso, trataron de mitigar los abucheos con aplausos y gritos de ánimo. Al final de la representación se fueron con el autor a celebrar el estreno a la Granja del Henar donde las jícaras de chocolate endulzaron la amarga experiencia vivida.
Gregorio Martínez Sierra, muy vinculado a Granada, conoció el poema por el propio Federico y no dudó en encargarle que lo teatralizara, a pesar de que Lorca carecía de experiencia como dramaturgo. El trabajo que tenía por delante era casi imposible: convertir dos páginas de versos en una función de dos actos y una hora de duración; estirar la escasa acción hasta convertirla en una trama sólida; subrayar el conflicto dramático para que fuera verosímil y utilizar el verso con la eficacia dramática debida. Conforme se acercaba la fecha del estreno, las dudas se multiplicaban. Federico pensó en retirar la obra y pedir a su padre un préstamo para compensar a Martínez Sierra. Al final se decidió por convocar a los rinconcillistas que vivían en Madrid para adoptar una solución común. Acudieron al cónclave Juan de Dios Egea, Melchor Fernández Almagro, José Fernández-Montesinos, Manuel Ángeles Ortiz y José Mora Guarnido. Aunque hubo opiniones de todos los gustos, al final prevaleció la posición de Mora: Incluso en el caso de que la obra fracasara no borraría “la jerarquía consagratoria del autor en un teatro tan importante como el Eslava”. Eso sí, en caso de pateo, debía afrontarlo con humor y en ningún caso asumirlo como derrota.
El vestuario de Barradas no contribuyó precisamente a mitigar el efecto de los diálogos de la obra que provocaron la hilaridad entre los espectadores del Eslava. Catalina Bárcena, la Señora Cucaracha, apareció en escena con las piernas ceñidas por una malla negra, un justillo de charol y en la cabeza un casco redondo con dos plumitas retorcidas a los lados. Cuando le tocó exclamar “pero ¿qué tengo yo en la cabeza?”, un gracioso desde la platea respondió: “Dos cuernecitos”. Tampoco la caracterización de La Argentinita como Mariposa contribuyó a salvar la función.
Francisco García Lorca recuerda que el día del estreno estaba en Granada reunido con la familia a la espera de noticias. Don Federico había encargado a un financiero amigo suyo que residía en Madrid que le telegrafiara en cuanto acabara la función. “Mis padres, mis hermanas y yo estábamos congregados en el comedor de la casa […]. Al cabo, sería ya más de la una, se recibió el telegrama. Don Manuel Conde, que este era el nombre del amigo, lo había redactado piadosamente, pero expresaba mayor verdad de lo que el amigo creía en el fondo. Decía así: “La obra no gustó. Todos coinciden en que Federico es un gran poeta”.
La crítica fue relativamente comprensiva con el nuevo autor. El crítico Don Pablos, en El Heraldo, escribió: “Nosotros aplaudimos la labor poética del señor García Lorca. Censuramos tan solo el ambiente en que se desenvuelve la obrita”. Andrenio, en La Época, es concluyente: “Hay que confesar que la obra ha sido un fracaso. La protesta del público fue descomedida y cruel en algunos momentos”.
Puesta en escena de la obra de Federico García Lorca ‘El maleficio de la mariposa’ conjuntamente por los grupos alcalaínos TELA y Maru-JASP, cuyo estreno se produjo el 11 de enero de 2004 en la sala Margarita Xirgu de Alcalá de Henares (Madrid).