La farsa para personas, concebida casi como un ballet, de La zapatera prodigiosa: farsa violenta en dos actos recurre a un tema que no es nuevo en la literatura, el de una mujer joven casada con un hombre mayor. La obra se distribuye en dos actos precedidos de un prólogo del autor.
En el primer acto la Zapatera aparece en una discusión constante con su marido, el Zapatero. Lamenta haberse casado con él, siendo tan joven y teniendo tan buena presencia. Muestra una actitud rebelde respecto a lo que se espera de una mujer casada, reprochando a las vecinas sus habladurías, contestando de forma brusca a su marido y prestando oídos a todos los hombres que venían a adularla. Solamente trata bien a un niño que la visita y le trae noticias de lo que se habla o se dice en la calle. El Zapatero, harto de la actitud de su mujer, decide marcharse del hogar.
En el acto segundo, la Zapatera, ya sola, ha convertido su casa en una taberna y sirve bebidas a los mismos mozos que desde el principio querían conquistarla, incluido el Alcalde. Su carácter sigue siendo el mismo, pero no está dispuesta a dejarse conquistar por ninguno, ya que ha decidido seguir siendo fiel a su marido al que se ha dado cuenta que quería y que echa de menos. Mientras tanto, la gente del pueblo sigue criticándola y hasta cantan coplas con su historia. Un día llega al pueblo un titiritero con su cartelón enrollado donde lleva las “Aleluyas del zapatero mansurrón y la Fierabrás de Alejandría” y otras historias para contar a las gentes. Se trata del Zapatero disfrazado. En la conversación que mantienen la Zapatera y el titiritero en la taberna confiesan el amor que cada uno siente por el marido y la mujer que los ha abandonado. Mientras tanto, los pretendientes de la Zapatera se pelean en la calle y el pueblo entero la culpa a ella. Finalmente, el Zapatero desvela su verdadera identidad y la obra termina con ellos dos felices por estar de nuevo juntos y dispuestos a defenderse de la gente.
El 24 de diciembre de 1930 (con el enfado de los padres de Federico por no estar en casa en Nochebuena) se estrenará en el Teatro Español de Madrid dirigida por Cipriano Rivas Cherif. Los intérpretes de esta primera representación fueron: Margarita Xirgu (Zapatera), Alejandro Maximino (Zapatero), Matilde Fernández (Niño), José Cañizares (alcalde), Femando Porredón (don Mirlo), Fernando Venegas (mozo), Julia Pachelo, Mimí Muñoz y Pascuala Mesa (Vecinas).
Lee él mismo el prólogo de la obra, vestido con una capa de estrellas. La escenografía es de Salvador Bartolozzi (sobre los dibujos del propio Lorca). Consigue unas treinta representaciones y afianza su relación con Margarita Xirgu.
El 5 de abril de 1933 se representará en el Club Teatral de Cultura (Anfístora) al que Federico se había asociado y que dirigía Pura Maortua de Ucelay. El 1 de diciembre 1933, en Buenos Aires, en el Teatro Avenida, con Lola Membrives como Zapatera. Los decorados serán de Manuel Fontanals. Se trata de una versión más completa que la montada por Margarita Xirgu, con la que Lorca estará más contento, pues incorpora la música y las canciones que se encarga personalmente de supervisar, así como algunas amplificaciones de diálogos. La obra será un éxito en Buenos Aires.
La zapatera prodigiosa se nutre de muchos elementos procedentes de la infancia de Federico en la Vega de Granada: el traje verde que lleva la protagonista -de igual color que el que luce Adela en La casa de Bernarda Alba– son remedos de uno que tenía Clotilde García Picossi, prima de Federico, y que no pudo estrenar por culpa de una época de luto; la “polquita antigua” de La zapatera.. tocada en la calle por una flauta y una guitarra es, según Lorca, la que tocaba Pepe El Pintor con clarín; el Alcalde procede del que ocupaba ese cargo en Chauchina cuando él era niño, apodado el Pongao; el Niño podría recoger elementos autobiográficos, como el entusiasmo ante la llegada al pueblo de los títeres; la lengua de la Zapatera recurre, parece ser, a la criada de Emilia Llanos, Dolores Cebrián; la forma de ser de las gentes del pueblo, las habladurías, la costumbre de ir a rezar el rosario, o de ir al casino, la llegada de los rebaños por la tarde con su pastor, las limitaciones para una mujer en un pueblo (“Por lo que veo, en este pueblo no hay más que dos extremos: o monja o trapo de fregar”), se nutre de todo lo vivido por Lorca en su infancia campesina, primero en Fuente Vaqueros y, después, en Asquerosa.
En las entrevistas que Lorca da a la prensa al día siguiente, se queja, una vez más de que La zapatera…, escrita varios años antes, ya no representa su visión del teatro.
Terminada en 1924, se la enseña en noviembre de ese año a Martínez Sierra y está convencido de que la estrenará, ya que Catalina Bárcena tendrá en La Zapatera un gran papel. En marzo de 1925, Martínez Sierra sigue comprometiéndose a estrenar la obra, pero en provincias, para ver la reacción del público. Federico va a intentar que sea en Madrid. Mientras tanto ha surgido también el problema de la censura de Primo de Rivera con Mariana Pineda. No se estrenará hasta el 24 de diciembre de 1930, en el Teatro Español de Madrid, dirigida por Cipriano Rivas Cherif y protagonizada por Margarita Xirgu.
Francisco García Lorca, al analizar la idiosincrasia los dos pueblos donde pasó su infancia su hermano Federico, se atreve a hacer el siguiente juicio: “Sin dar una interpretación demasiado rigurosa a lo que voy a decir, La zapatera prodigiosa podría ser la proyección literaria del carácter de Fuente Vaqueros y La casa de Bernarda Alba, la de Valderrubio”.
La zapatera prodigiosa, TVE, 1995. Directores: Pedro Amalio López, Luis Olmos