Colección de 67 poemas escritos en la adolescencia o juventud que tratan sobre la pérdida del paraíso infantil, sobre la crisis o el desencanto. Expresan poéticamente la desilusión. El sujeto poético dialoga líricamente con el paisaje de su infancia y juventud manifestando una clara tensión entre ese mundo perdido y la conciencia de una crisis.
En esta recreación de su paraíso feliz, de la inocencia o de la verdad “natural” aparece el entorno de la Vega de Granada, sus elementos (animales, plantas, río, fuente…, que muchas veces funcionan como símbolos), el folclore popular, las canciones o juegos infantiles, la religiosidad popular…
Son poemas que denotan en muchos casos la influencia del modernismo (Machado, Juan Ramón o Rueda) y en otros manifiestan ya la tendencia neopopularista o, incluso, sorprenden con alguna imagen propia de la vanguardia (“La luna le ha comprado / Pinturas a la Muerte”, dice en el poema La luna y la Muerte).
Aunque los poemas fueron escritos entre 1918 y 1920, no se publicaron hasta 1921. Confiaría los poemas para su publicación a Gabriel García Maroto. Parece ser que Maroto casi le tuvo que arrebatar el manuscrito, porque no dejaba de dudar de su publicación. El editor mecanografió el manuscrito y le pidió a Federico que corrigiera y fechase los poemas. El libro apareció plagado de erratas, quizá no revisara las pruebas de imprenta.
El volumen tenía 229 páginas y 67 poemas. Llevaba unas palabras de justificación que declaraba la insatisfacción del poeta con la colección, pero el valor sentimental que tenían estos textos para él. Según Mora Guarnido la introducción fue escrita en realidad por García Maroto ante el retraso del autor en entregar el original comprometido.
El propio Mora Guarnido anunció el 1 de julio de 1921, en el Noticiero Granadino, la inminente aparición del libro. La reseña no tuvo mucha trascendencia fuera de Granada. El 30 de julio en El Sol de Madrid, el crítico musical Adolfo Salazar, sacó otra recensión en la que aclaraba que era esta una obra de “transición”. Destaca las composiciones de 1920 a las que se les ve un “perfil moderno”. También Cipriano Rivas Cherif y Guillermo de Torre escribieron críticas sobre el libro, destacando su panteísmo. Torre le reprochó el excesivo sentimentalismo, pero elogió su capacidad para la metáfora.
La edición, igual que ante Impresiones y paisajes, su debut literario, la pagó su padre, don Federico García Rodríguez (le costó unas 1.700 pesetas).
Cuando se publica este libro, en 1921, el autor -según dice en el prólogo- se muestra ya insatisfecho con la colección de poemas, pero dice que le servirá para conservar todo ese mundo infantil que aparece en ellos…
Los poemas, que no están ordenados cronológicamente, si están en cambio fechados y, en muchos casos, situados en un lugar: Fuente Vaqueros, la Vega de Zujaira, Granada y Madrid. Lorca nació, como se sabe, en Fuente Vaqueros, un 5 de junio de 1898. Su casa natal se encontraba en la calle Trinidad. Después sus padres ocuparían otra en la calle de la Iglesia. Entre 1906 y 1907 se trasladan a Asquerosa (hoy Valderrubio), en la Vega de Zujaira. Durante toda su juventud, pasará los inviernos en Granada (primero en la casa de la Acera del Darro y después en un piso en la Acera del Casino) y los veranos en el campo. En esta vega está también el Cortijo de Daimuz. El padre de Federico había comprado tierras de secano al lado del río Cubillas y de la última acequia de la vega y las convirtió, mediante un plan de regadío, en el cortijo de Daimuz Bajo (después lo venderían por una fortuna y comprarían tierras en Valderrubio).
Por las indicaciones que da el propio poeta tras el título (fecha y lugar), podemos relacionar los elementos que aparecen en estos poemas con su paisaje o sus vivencias en Granada y en su Vega:
• Sabemos (por su hermana Isabel, que así lo cuenta en su libro Recuerdos míos) que muchos de los juegos infantiles o de las canciones del folclore de la Vega aparecen en estos poemas: Balada triste, Santiago, Balada interior (“Frío, frío / como el agua del río”), Balada de la placeta, Balada de un día de julio.
• Las referencias al río o a la fuente nos hace pensar en el río Cubillas (afluente del Genil) o en la Fuente de la Teja o La Carrura: “Mi corazón reposa junto a la fuente fría” (poema Sueño, 1919).
• La época de la siega aparece reflejada en algún poema, como Espigas. La familia de Federico se trasladaba al campo precisamente tras las fiestas del Corpus en Granada para la cosecha del trigo.
• Vemos la utilización literaria de elementos de la religiosidad o imaginería popular como Satán, Lucifer o el macho cabrío que aparece en varios de estos poemas: Corazón nuevo, Prólogo, Mar, Sueño, El macho cabrío… Y de referencias propias de la vida en Granada y, sobre todo, en el campo: campanadas, nieve blanca (Elegía), campo, chopos, álamos, río, fuente, manantial, ranas…
Cantan los niños
En la noche quieta:
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
LOS NIÑOS
¿Qué tiene tu divino
Corazón en fiesta?
YO
Un doblar de campanas,
Perdidas en la niebla.
LOS NIÑOS
Ya nos dejas cantando
En la plazuela.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
¿Qué tienes en tus manos
De primavera?
YO
Una rosa de sangre
Y una azucena.
LOS NIÑOS
Mójalas en el agua
De la canción añeja.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
¿Qué sientes en tu boca
Roja y sedienta?
YO
El sabor de los huesos
De mi gran calavera.
LOS NIÑOS
Bebe el agua tranquila
De la canción añeja.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
¿Por qué te vas tan lejos
De la plazuela?
YO
¡Voy en busca de magos
Y de princesas!
LOS NIÑOS
¿Quién te enseñó el camino
De los poetas?
YO
La fuente y el arroyo
De la canción añeja.
LOS NIÑOS
¿Te vas lejos, muy lejos
Del mar y de la tierra?
YO
Se ha llenado de luces
Mi corazón de seda,
De campanas perdidas,
De lirios y de abejas,
Y yo me iré muy lejos,
Más allá de esas sierras,
Más allá de los mares
Cerca de las estrellas,
Para pedirle a Cristo
Señor que me devuelva
Mi alma antigua de niño,
Madura de leyendas,
Con el gorro de plumas
Y el sable de madera.
LOS NIÑOS
Ya nos dejas cantando
En la plazuela.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
Las pupilas enormes
De las frondas resecas,
Heridas por el viento,
Lloran las hojas muertas