Coetáneo y amigo de Federico García Lorca, miembro de la tertulia de El Rinconcillo y organizador, junto a Manuel de Falla y el propio Lorca, del Concurso de Cante Jondo de 1922.
Vivió en la Granada de principios de siglo XX, en el Paseo de la Bomba, cerca de Fernando de los Ríos. Hombre culto, aficionado al dibujo y gran melómano, le gustaba el deporte y participó en algunas de las excursiones que sus amigos, incluido Manuel de Falla, organizaban a Sierra Nevada. Fue contemporáneo de Andrés Segovia, Federico García Lorca, Manuel Ángeles Ortiz y Hermenegildo Lanz. Conoció a Federico en el Centro Artístico, siendo este muy joven, mientras interpretaba al piano una página de Debussy. Formó parte de la tertulia de El Rinconcillo, en el Café Alameda, donde coincidió con la mayor parte de los artistas e intelectuales granadinos de la época.
La última vez que Cerón y Federico se encontraron fue en la Granada de julio de 1936, en la Plaza del Campillo. Se encontraron por casualidad y se pararon a conversar. Se acercaron unas chicas para pedirles colaboración para el Socorro Rojo Internacional. Lorca accedió, según cuenta Cerón, y le propuso en broma marcharse a Rusia.
Miguel Cerón fue una persona generosa. Ayudó a un Andrés Segovia muy joven, seducido por una actuación de la Orquesta Sinfónica de Madrid en el Palacio de Carlos V, a hacerse con una guitarra de mediana calidad en casa de Benito Ferrer. Andrés tuvo que esconder el instrumento para que sus tíos, con los que vivía, no lo descubrieran. También Cerón jugó un papel destacado en la publicación del primer libro de Federico García Lorca. Su padre, don Federico García Rodríguez, antes de pagar la edición de Impresiones y paisajes, decidió peguntar a varias personas si merecía realmente la pena publicar el libro. Temía que su hijo fuera a hacer el ridículo. Consultó a Luis Seco de Lucena, director de El Defensor de Granada, a Andrés Segovia y a Miguel Cerón. Los tres opinaron que debía publicarse, que Lorca tenía sin duda futuro como escritor, y don Federico pagó la edición de este conjunto de prosas de viajes que se imprimió en abril de 1918 en la Imprenta y Litografía Paulino Ventura Traveset, con cubierta de Ismael González de la Serna.
Cerón fue testigo de las inclinaciones del joven Lorca por el teatro. Un día, en un mirador del Generalife, tras un homenaje a Fernando de los Ríos, Federico recitó en privado para Gregorio Martínez Sierra y Catalina Bárcena (que iban a actuar en el Teatro Isabel la Católica) un poema (hoy perdido) sobre una mariposa herida que enamora a una cucaracha. Los emocionó tanto, según cuenta Cerón, que le pidieron una pieza teatral y se comprometieron a estrenarla en el Teatro Eslava. Fue el origen de El maleficio de la mariposa, título sugerido por Martínez Sierra.
En 1922 Miguel Cerón, Manuel de Falla y Federico García Lorca fueron los promotores del Concurso de Cante Jondo que se organizó en Granada. Involucraron al Centro Artístico y al Ayuntamiento. La fecha coincidió con las fiestas del Corpus Christi, en el mes de junio, en la Plaza de los Aljibes. El éxito fue rotundo. La actividad respondía a la preocupación que tenían sus tres promotores de revitalizar este cante tradicional andaluz y darle un prestigio del que carecía.
En 1924 Miguel Cerón se prestó a formar parte del grupo que acompañó a Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí durante su visita a Granada. Tanto la familia Lorca como los amigos (la familia de Fernando los Ríos, Emilia Llanos, Miguel Cerón, Falla y su hermana…) hicieron lo posible por atender al poeta y a su esposa. Este viaje daría lugar al libro de Juan Ramón Jiménez Olvidos de Granada, que contiene cartas, anécdotas, recuerdos y poemas inspirados por la ciudad y que apareció póstumamente.
El padre de Lorca, antes de pagar la edición de su primer libro, ‘Impresiones y paisajes’, decidió peguntar a varias personas si merecía realmente la pena publicarlo. Una de ellas fue Miguel Cerón, que corroboró el talento de Federico.
Miguel Cerón fue quien le leyó a Federico, en una traducción improvisada, la obra del irlandés John Milllington Synge, Jinetes hacia el mar, y que probablemente influyó en la concepción de Bodas de sangre.
La última vez que Cerón y Federico se encontraron fue en la Granada de julio de 1936, en la Plaza del Campillo. Se encontraron por casualidad y se pararon a conversar. Se acercaron unas chicas para pedirles colaboración para el Socorro Rojo Internacional. Lorca accedió, según cuenta Cerón, y le propuso en broma marcharse a Rusia.
Miguel Cerón Rubio no ha dejado obra escrita pero sí han recogido sus testimonios orales varios investigadores y estudiosos de la obra del Lorca: Agustín Penón, Manuel Orozco Díaz (amigo suyo) o Ian Gibson. El retrato que Cerón hizo de Federico García Lorca y de sí mismo como testimonio de la amistad aparece en el libro de Manuel Orozco Díaz Figuras en la Granada de Lorca, y en el de Marta Osorio, Miedo, olvido y fantasía. Agustín Penón pudo verlo y entrevistarlo en su casa y sus palabras se reproducen en los libros citados.
Miguel murió en Granada en 1981.