La Niña de los Peines, Pastora Pavón Cruz, es una de las principales voces del cante flamenco gitano y andaluz de todos los tiempos. Nació el 10 de febrero de 1890 en el barrio sevillano de Puerta Osario y murió en la calle Calatrava de Sevilla el 26 de noviembre 1969. Su nombre está ligado al de Manuel de Falla, Federico García Lorca y La Argentinita, entre otros, a quienes conoció en su etapa de plenitud como cantaora en los años veinte y treinta del siglo XX.
Nació en una familia de cantaores. Su padre fue Francisco Pavón Cruz, El Paíti, de profesión herrero, y su madre Pastora Cruz Vargas. Dos de sus hermanos, Tomás y Arturo Pavón, también se dedicaron al flamenco. Arturo, en concreto, fue también un artista magistral que había heredado las destrezas de su abuelo materno en la interpretación de los tangos.
Lorca dijo de ella: dijo de ella: “Maestra de gemidos, criatura martirizada por la luna o bacante furiosa. Verde máscara gitana a quien el duende pone mejillas temblonas de muchachas recién besadas. La voz de esta mujer es excepcional, rompe los moldes de toda escuela de canto como rompe los moldes de toda música construida. […]»
Pastora debutó a los ocho años con su hermano Arturo en una caseta de la Feria de Sevilla para sustituir a un dúo de artistas que se había emborrachado en el fragor de la fiesta. Con trece años debuta en Madrid en el Café del Brillante e inicia su consagración como cantaora. El pintor Ignacio Zuloaga, amigo de Falla y colaborador en la organización del Concurso de Cante Jondo de 1922 en Granada (ofreció un premio de mil pesetas a la mejor siguiriya gitana), la conoció casualmente en el Brillante y quedó tan impresionado por su arte que le propuso actuar en Bilbao en el Café de las Columnas y posar en su estudio. Más tarde también sería pintada por Julio Romero de Torres. Su nombre artístico procede de unos tientos que solía interpretar: “Péinate tú con mis peines / que mis peines son de azúcar”.
A su regreso de Madrid actuó en Málaga y Jerez y grabó sus primeros discos para la casa Zonophone en 1910. Es la época en que se codea con Antonio Chacón y es proclamada por los aficionados como la Reina del Cante Flamenco. Comienza su relación con Manuel Escacena, con quien al parecer tuvo una hija.
En 1922 es invitada por Manuel de Falla y Zuloaga a participar como miembro del jurado en el Concurso de Cante Jondo que se celebró en junio en la Plaza de los Aljibes de Granada. García Lorca la conoció en la casa de Encarnación López Júlvez, La Argentinita. El poeta granadino no la olvidará nunca. En 1933, en una conferencia sobre el cante jondo que leyó en Buenos Aires, dijo de ella: “Maestra de gemidos, criatura martirizada por la luna o bacante furiosa. Verde máscara gitana a quien el duende pone mejillas temblonas de muchachas recién besadas. La voz de esta mujer es excepcional, rompe los moldes de toda escuela de canto como rompe los moldes de toda música construida. Cuando parece que desafina no es que desafina, sino todo lo contrario, que afina de manera increíble puesto que por milagro especial de estilo y pasión ella da tercios y cuartos de tonos imposibles de registrar en el pentagrama”.
Isabel García Lorca recuerda la predilección de Federico por Pastora y Tomás Pavón durante los veranos en la Huerta de San Vicente: “Teníamos un gramófono y Federico ponía muchos discos de música clásica -sobre todo de Bach y Mozart- y de cante jondo. Aún conservo los discos de Manuel Torre, la Niña de los Peines y, más que ella, los discos de su hermano Tomás Pavón. Aquello de `te tienes que quedar / con el deo señalando / como se quedó San Juan´ casi nos producía malestar de tanto oírlo”.
En los años cuarenta la Niña de los Peines popularizó un cante al que denominó Lorqueñas, ya sea porque estuviera inspirado en el poeta granadino o porque fuera un homenaje a su memoria.
Durante la Guerra Civil se refugió en Madrid junto a su pareja José Torres Garzón, Pepe Pinto. Al acabar la contienda se enroló en la compañía de Concha Piquer de la que formaban parte La Macarrona, La Malena, La Ignacia, María Albaicín, Mari Paz, Pepe el Limpio, Rafael Ortega, Pericón de Cádiz y Melchor de Marchena. Cuando acabó la gira se retiró durante varios años y no regresó hasta 1949 con el estreno en Sevilla de España con su cantaora. Si bien obtuvo en Sevilla un éxito inmediato no consiguió atraer al público en otras ciudades. Fue el comienzo de un ocaso envuelto en homenajes que culminó con su fallecimiento en 1969.
Su obra discográfica, compuesta por 355 placas que contienen 258 cantes, fue declarada por el Gobierno andaluz Bien de Interés Cultural.