Periodista y crítico de arte nacido en Albacete en 1917 y muerto en Madrid en 2010. Colaboró en La Estafeta Literaria y es autor de seis libros de arquitectura. Mantuvo una intensa y truncada relación amorosa con Federico García Lorca en los años finales de su vida que, según algunos estudiosos, inspiró los Sonetos del amor oscuro, una colección de once poemas que estuvo retenida durante muchos años por los herederos del poeta hasta el punto de darse por perdida y que apareció publicada oficialmente por primera vez en el diario ABC en 1984, el periódico donde colaboró Ramírez de Lucas. Ramírez, persona muy discreta, mantuvo en secreto su relación con Lorca durante 70 años. Salvo su hermano mayor, Otoniel, el resto de su familia no supo nada. Un año antes, en 1983, fueron distribuidas anónimamente a críticos y autores 250 copias de los sonetos sin sello editorial e impresas en tinta roja sobre papel rosa.
Según su hermano Jesús, «en sus memorias [Juan Ramírez] cuenta que la primera vez que vio a Lorca no le llamó nada la atención, que le pareció, dice literalmente, `bajito, un poco gordo y cabezón´. Pero después le atrajo el magnetismo que tenía Lorca…»
Ramírez de Lucas tenía 19 años cuando planeó escapar a México con Lorca, pero su familia, de pensamiento muy conservador, más aún en los días convulsos de la República, alegó que era menor de edad y amenazó con denunciar el caso ante la Guardia Civil. El padre, Otoniel Ramírez García, era médico forense y el cabeza de una familia compuesta por diez hijos. Otoniel, el primogénito, más liberal, se afilió al PSOE y acabó en el exilio en México. Trató de mediar sin éxito con su padre para que autorizara el viaje. Ramírez había llegado a Madrid desde su Albacete natal para estudiar Administración Pública, pero como el destino funcionarial no le satisfacía y prevalecía su vena creativa se incorporó como actor al Club Teatral Anfistora de Pura Maourtua de Ucelay, una compañía de aficionados que había montado, por sugerencia del autor, La zapatera prodigiosa y el Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. Durante un ensayo conoció a Lorca.
Otro hermano suyo, Jesús, relató en El Periódico en 2017: “En sus memorias cuenta que la primera vez que vio a Lorca no le llamó nada la atención, que le pareció, dice literalmente, `bajito, un poco gordo y cabezón´. Pero después le atrajo el magnetismo que tenía Lorca, esto no solamente lo dice Juan Ramírez de Lucas, lo dice Luis Cernuda, lo dice Vicente Aleixandre, lo dice Luis Rosales… Era el magnetismo de que cuando él llegaba a una estancia llenaba y era el centro de atención. Y, sin embargo, esa primera reacción de frialdad pues quizá hizo a lo mejor que Lorca se fijara en él de otra forma. Digamos que partió de un rechazo inicial”.
Otros estudiosos, como Ian Gibson, sostienen que el dedicatario de los once sonetos fue Rafael Rodríguez Rapún, secretario personal de Lorca en La Barraca, que mantuvo otra intensa relación sentimental con Federico entre 1933 y 1936. Rapún murió combatiendo durante la Guerra Civil en el Frente Norte. Sin embargo, la conjetura que señala a Juan Ramírez ha ido cobrando fuerza con la aparición de nuevas pruebas.
Ramírez de Lucas fue el destinatario de la última carta escrita por Lorca en la Huerta de San Vicente antes de su asesinato. En la misiva, fechada el 18 de julio de 1936, día de San Federico, festividad que los Lorca solían celebrar con un encuentro familiar, el poeta trata de calmar al desengañado Ramírez por la resistencia de su padre: “Conmigo cuentas siempre. Yo soy tu mejor amigo y te pido que seas político y no dejes que el río te lleve. Juan: es preciso que vuelvas a reír. A mí me han pasado también cosas gordas, por no decir terribles, y las he toreado con gracia”.
La aparición en 2012 de la novela Los amores oscuros de Manuel Francisco Reina puso el foco sobre Ramírez de Lucas, un especialista en arquitectura forjado como crítico en las revistas Arquitectura del diario ABC y en Arte y cemento de Bilbao. El relato de ficción, que comienza con la frase “yo fui el último amor de Lorca y, tal vez, la razón de su muerte”, plantea que Ramírez de Lucas, al que el poeta bautizó en un romance como “el rubio de Albacete”, fue la razón de que Federico no huyera tras el estallido de la Guerra Civil y porfiara en viajar a México con la compañía de Margarita Xirgu.
Ramírez de Lucas fue el destinatario de la última carta escrita por Lorca en la Huerta de San Vicente antes de su asesinato.
El investigador Agustín Penón, que visitó Granada en 1955 para investigar la muerte del poeta y escribir un libro, menciona a Ramírez de Lucas tras entrevistar a Pura Maortua de Ucelay: “Parece que la última ilusión amorosa de Federico fue precisamente un joven actor del Club Anfistora, un muchacho muy guapo y con un gran atractivo. Se llamaba Juan Ramírez, era de Albacete y pertenecía a una buena familia. Federico estaba loco por él. Le prometió que lo haría un gran actor, que lo llevaría al extranjero, a todos los teatros, que se le aclamaría en el mundo entero”.
Ramírez de Lucas guardó para sí algunas pruebas de la intensa relación con Lorca, en particular el romance dedicado por Federico durante un viaje que ambos hicieron a Córdoba y en el que utiliza, como San Juan de la Cruz, el adjetivo “obscura” para referirse a la noche del poeta: “Aquel rubio de Albacete / vino, madre, y me miró. / ¡No lo puedo mirar yo! / Aquel rubio de los trigos, / hijo de la verde aurora, / alto, solo y sin amigos / pisó mi calle a deshora. / La noche se tiñe y dora / de un delicado fulgor. / ¡No lo puedo mirar yo! / Aquel lindo de cintura / sentí galán sin… / sembró por mi noche obscura / su amarillo jazminero / tanto me quiere y le quiero / que mis ojos se llevó. / ¡No lo puedo mirar yo! / Aquel joven de la Mancha / vino, madre, y me miró. / ¡No lo puedo mirar yo!”.
Ramírez de Lucas guardó silencio durante 70 años pero no quiso que su secreto desapareciera con él y antes de fallecer entregó su legado a sus hermanos para que lo hicieran público: una caja con dibujos, cartas y un diario, aún inédito, donde anotó las emociones contradictorias de su pasión por Federico.
Según la tesis de Manuel Francisco Reina, Lorca empezó a escribir los sonetos en 1935 y continuó conforme avanzaba su relación con Ramírez, aunque quizá no fue la única que sirvió de inspiración: “Los escribió como un homenaje a San Juan de la Cruz, pero también como un símbolo del sufrimiento silencioso hasta encontrar el verdadero amor. Seguramente había muchos restos de otras pasiones, fruto de la experiencia dejada por cada uno de sus amores en esos versos, pero siempre el último amor, como pasa también con los amigos, es el que más pesa”, precisa en una entrevista publicada en El País.
Tras la Guerra Civil, Juan Ramírez, conmocionado por el asesinato de Lorca, se alistó en la División Azul y, a la vuelta, y gracias a la mediación de Luis Rosales, en cuya casa fue detenido el poeta en agosto de 1936, ingresó en el diario ABC donde inició su carrera como crítico de arte. Ramírez de Lucas guardó silencio durante 70 años pero no quiso que su secreto desapareciera con él y antes de fallecer entregó su legado a sus hermanos para que lo hicieran público: una caja con dibujos, cartas y un diario, aún inédito, donde anotó las emociones contradictorias de su pasión por Federico. Según los hermanos de Juan Ramírez, la documentación está dividida en dos etapas. Una que empieza en 1934 y otra que comienza dos años después. “Habla de su relación con Lorca, de cuándo lo conoció, su relación con los pintores, los escritores, de toda una generación literaria y artística sin parangón. Habla de los viajes que hicieron juntos. Lorca siempre pensó que Juan tenía madera de actor y le decía: `Yo te voy a hacer el mejor actor y tú vas a participar en mis obras teatrales, voy a hacer una gira por Méjico, voy a hacer una gira por Hispanoamérica y vas a ser el protagonista”.
