Federico de Onís lo matricula en la Universidad de Columbia y lo instala en la residencia universitaria Furnald Hall. Desde su habitación le escribe a su familia: “La Universidad es un prodigio. Está situada al lado del río Hudson, en el corazón de la ciudad, en la isla Manhattan, que es lo mejor, muy cerca de las grandes avenidas (…) Mi cuarto está en un noveno piso y cae al gran campo de deportes, verde de hierbas con estatuas (…). Sería tonto que yo expresara la inmensidad de los rascacielos y el tráfico. Todo es poco. En tres edificios de éstos cabe Granada entera. Son casillas donde caben 30.000 personas” (28 de junio de 1929).