Los rinconcillistas y los amigos de la Residencia de Estudiantes, expresamente invitados por Lorca y repartidos por el teatro Eslava ante el previsible fracaso, trataron de mitigar los abucheos con aplausos y gritos de ánimo. Al final de la representación se fueron con el autor a celebrar el estreno a la Granja del Henar donde las jícaras de chocolate endulzaron la amarga experiencia vivida.